Los sótanos de Tierra del Fuego

-Editorial-

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Un reconocido politólogo y jurista fue uno de los primeros que empleó la expresión “sótanos de la democracia”. Para Bobbio, incluso la mejor de las constituciones solo enseña una fachada, que trasladada a la práctica, enseña poco o nada de los que se encuentra detrás, “por no hablar de los sótanos”. La expresión tomó masividad con el discurso de asunción del Presidente Fernández ante el Congreso, en 2019. Dijo allí, “Una democracia sin justicia realmente independiente no es democracia. Supo decir un penalista clásico, que cuando la política ingresa a los Tribunales, la justicia escapa por la ventana. Sin una justicia independiente del poder político, no hay república ni democracia. Solo existe una corporación de jueces atentos a satisfacer el deseo del poderoso y a castigar sin razón a quienes lo enfrenten”. Y agregó:Nunca más a los sótanos de la democracia. Nunca más es nunca más”.

Con la expresión sótanos de la democracia se hace referencia a un sistema, en donde el funcionamiento real posiciona a la Constitución y las leyes, con escasa o nula operatividad. Como en la corrupción a escala, el “equilibrio” se alcanza cuando todos sacan provecho en esos pasillos oscuros.

La única virtud, si existe alguna, que puede asignarse al fallo que publica “noticiadetapa”, es que pone de manifiesto el funcionamiento real. Los sótanos.

Independencia, dinero y bombachita fácil.

En el “Sahadegate” se investiga un asunto en donde fácilmente se advierte la ausencia completa de imparcialidad. Un juez que, ya sea por dinero, sexo o por cualquier otra causa, asesora informalmente a un abogado respecto de lo que debe hacer en la causa en la que debe conocer y juzgar. Pero no solo eso, también pone en evidencia un entramado y eficaz sistema de influencias y favores recíprocos , por el que las irregularidades, lejos de aspirar a ser sancionadas, funcionan como incentivos para conseguir otros actos o beneficios.

El caso muestra cómo, en el sótano, las cosas funcionan distinto. Los arreglos corporativos tienen su propia lógica. En una suerte de mamushka de impunidad, las irregularidades, lejos de sancionarse, solo dan oportunidad de negociación. Pueden esconderse, dentro de otras más grandes que, al contenerlas, las ocultan, con obvias gratificaciones. La decisión final, hueca en su contenido, solo sirve de recipiente de todas. Y se llena con impunidad.

La ética de los sótanos

El Superior Tribunal de Justicia, con amplia difusión local y nacional hizo pública su decisión de adherirse al Código Iberoamericano de Ética Judicial.

Dicho Código, entre los principios que establece, erige el de la Imparcialidad, imponiéndoles a los jueces deberes jurídicos fundados en la ética pública. El art. 10, expresamente establece la obligación de mantener “a lo largo de todo el proceso una equivalente distancia con las partes y con sus abogados, y evitar todo tipo de comportamiento que pueda reflejar favoritismo, predisposición o prejuicio”, así como “procurar no mantener reuniones con una de las partes o sus abogados” (art. 15). 

En el caso, no solo están acreditadas las violaciones a dichas obligaciones, sino que los motivos sugieren una gravedad adicional. “Nunca te soltaría. Menos por plata”, le responde el juez a la abogada que pide una actuación favorable a sus intereses. Luego de ello, incluso le envía “un modelo” de escrito que debía presentar la interlocutora en su propio juzgado.

La ética de los sótanos lleva a conclusiones diferentes a la del Código. Tiene una dinámica corporativa, una especie de circuito cerrado de beneficios, que permite usufructuar, perdurar y ascender en la medida que se acaten las reglas espurias que lo regulan; pero también muestra cada tanto las consecuencias que puede tener aquél que no se allana a ellas. 

Vigo, uno de los autores del Código Iberoamericano de Ética Judicial –vigente en TDF-, ha expresado que más importante que el juez duerma tranquilo, es que la sociedad duerma tranquila sabiendo de los jueces que tiene. Tierra del Fuego, hace ya un tiempo, ha comenzado a transitar una larga noche de insomnio.