PANADERÍA LA UNIÓN. A un año de reabrir, Emilio Sáez renovó su eterno agradecimiento

Después del incendio que se llevó todo, y la meteórica reconstrucción impulsada por la propia gente, Emilio Sáez compartió recuerdos de una etapa que le dejó mucho más de lo que esperaba. “Esto es algo que hizo la gente”.

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Emilio Sáez, titular y alma mater de la panadería La Unión de Tolhuin, transcurrido todo un año desde la reapertura de su establecimiento, castigado en 2021 por un incendio que se llevó todo, accedió a compartir por FM Master’s sus sentimientos y proyectos a partir de lo que se constituyó en una verdadera resurrección colectiva de un espacio de encuentro y amistad que ya no es de Emilio, sino de todos los fueguinos.

Emilio, “con el diario del lunes”, básicamente sólo tuvo palabras de agradecimiento por todo lo que le pasó. “Es difícil de explicar que, si se incendian 40 años de vida, de trabajo, que vos después termines agradeciendo. Pero en la parte espiritual, porque del campeón somos todos amigos, pero cuando vos te quedás ahí tirado como sin nada, después de una pandemia, con 30 familias a cargo, esa experiencia que pude vivir de la gente que no te deja, hasta el punto que no me dejó, que ni siquiera me dejó llorar”.

De sólo ver ahora todo tan pujante, Emilio confirma su teoría: “Dios me lo sacó y me lo hizo de vuelta”, le hizo vivir una hermosa aventura donde, reconoce, “la cosecha fue tremenda, fue diez veces más o mil veces más de lo que uno da”.

panaderia tolhuin foto emilio
Transcurrió un año desde la reapertura de la panadería La Unión, de Tolhuin.

Admite que jamás pensó en abandonar, pero tampoco tenía muy claro cómo seguir. “Yo me dejé llevar por lo que iba pasando, porque fue tan grande, tan loco esto. Esto fue trabajo y cuando te sacan todo en dos horas, se terminó todo, la panadería, esos 40 años de trabajo, no tenés muchas opciones”, recordó aquellos aciagos momentos. Con “lo justo y necesario” volvió a empezar en un pequeño espacio que le trajo reminiscencias de sus comienzos. “Me dejé llevar, me dejé llevar y fueron apareciendo las personas, las acciones”.

“Cecilia, la arquitecta, esa mujer no sé en qué lugar de mi vida la voy a poner”, personalizó Emilio en quien no sabe bien cómo definir, una profesional que ofreció sus diseños, planos y trabajo desinteresadamente para la reconstrucción: “ella fue el alma del cuadro en todo este proceso de reconstrucción, una mujer que yo no conocía, a ella no le gusta que le diga. Ni siquiera cobrarme, olvidate, no sabés cómo me reta, porque yo ahora lo puedo pagar, pero no quiere saber nada”.

Esa sola personalización enunció Emilio, y la arquitecta depositó la representación de “muchísima gente la que colaboró sobre todo en la parte espiritual. Esto es algo que la verdad lo hizo la gente. A mí no me dejó nadie en el camino, nadie, todos lo que se acercaron, tendrías que haber visto la obra, con los problemas que tiene una obra y todo lo demás, todo el mundo le puso todo lo mejor que tenía, las constructoras, los electricistas, los albañiles, los plomeros, los gremios”.

Párrafo especial para una persona “que no sé ni cómo se llama”, que se acercó con 30 mil dólares y dos formularios 08 de dos coches. “Esto es para vos, y el día que me lo puedas devolver, me lo devolvés” dice Emilio que le ofreció en ese entonces un total desconocido.

“Dios me preparó esto, podés ser un ejemplo para poder contarlo, aunque es muy difícil porque hay que vivirlo. Si vos obras bien en la vida, con los defectos que uno pueda tener, tampoco soy la madre Teresa de Calcuta, pero esta vida simple, cuando uno trata de dar una mano, y generar fuentes de trabajo, y ser buena persona, la vida te devuelve mil veces más las cosas” volvió a agradecer Emilio Sáez.

Con emoción rememoró también el día de la reinauguración. Estaba en Río Grande listo para salir, con ilusión de abrir la puerta de la panadería y abrazar a cada uno que entrara. “Llegué 10 minutos tarde y ya había 30 personas, a las 7 de la mañana había 30 personas adentro”.

Emilio fue siempre reconocido por sus empleados, por el trato y las condiciones que les brinda. Después de la reinauguración contaba con 23 empleados. “Con 23 personas, no tomo más a nadie, es muy difícil contratar gente, las leyes laborales, siempre trato de proteger a los míos, los que han estado hace muchos años. Hoy somos como 50, te juro por mis hijos que hay gente que no sé cómo se llama”.

Finalmente, y con entusiasmo fuera de serie, Emilio Sáez hizo referencia a la famosa casa en Puerto Madryn que construyó y equipó para que disfruten sus vacaciones sus empleados y allegados. No solo contó eso, sino que al aire invitó y comprometió a los entrevistadores a pasar unos días de vacaciones en la casa de la ciudad chubutense: “Yo te invito públicamente, tendrías que ir. Estoy trabajando en eso con mis empleados y también con otras empresas. Creo que el mundo cambió y que los empleados deberían tener otras minis vacaciones en algún momento del año, cortar el año. Hoy no es solamente la plata, sabemos que no alcanza, tenemos muchos problemas, el famoso estrés, hacemos un desgaste muy grande durante toda la temporada. Empezamos a ver esta posibilidad de tener unos 10 días en junio, julio, te tomás unos días y salís. Trabajo mucho en ese tema, estoy muy ilusionado”.