DÍA DEL PERIODISTA. El violento oficio de llegar a fin de mes

Rodolfo Walsh tituló el libro que recopila su obra periodística entre 1953 y 1977 “El violento oficio de escribir”. Si cualquier periodista de mi generación tuviese que titular su experiencia/carrera, no dudo en que sería “El violento oficio de llegar a fin de mes”.

Por Micaela Maldonado

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Me tomo este tiempo y atrevimiento de redactar en primera persona para venir a contar no de mí, sino de la situación que sé que la mayoría (por casi nada decir todos) los y las periodistas de mi generación atraviesan.

Tengo 27 años. Dos carreras terciarias. Experiencias laborales en los “grandes medios” instalados en la Ciudad de Buenos Aires, desde donde se hacen llamar “medios nacionales”. Desde los 13 años sabía que esto era lo que quería (¿Te acordás cuando querías eso que tenés ahora? Ja.) Estudié. Trabajé. Hice todo ese camino que te marcan bajo el “sendero del éxito”. Romanticé esta profesión por sobre todas las cosas: le dediqué y aún le dedico mi vida y mi tiempo porque así siempre lo sentí. Acepté toda las cookies pero no leí la letra chica.

Hace poco leí una nota en elDiarioAR de Victoria de Masi titulada “Alguien que cambie todo” y fue como leer todo lo que me está pasando, porque claro, me pasa a mí, a ella, nos pasa a todos: hacemos malabares entre múltiples trabajos (en mi caso 6, sí, 6) para juntar “de a puchitos” un sueldo digno para pagar un alquiler, llegar a fin de mes, en fin, vivir.

Ahora la exigencia es total. En un mercado de noticias que se reduce más y más, te advierten que no conviene bajar la guardia. Ser competente ya no es ser un mejor periodista, es estar listo para salir competir ya no sabemos ni contra quién. Estamos todos pescando en la misma pelopincho, pero hay que ser más productivo que ayer, ser más rápido que hace un rato, ser más creativo que mañana. Es aburridísimo, es desalentador”. Este fragmento es posiblemente con el párrafo de la nota de Victoria con el que más me siento identificada. Léanla (acá), no tiene desperdicio. No importa si son o no periodistas, porque de seguro alguna crítica contra los medios de comunicación tengan, y ¿saben qué? Hoy me resulta imposible hacer periodismo de calidad y ese es el problema: sin sueldos dignos no hay periodismo de calidad y sí, es importante. “Cuarto poder”, ¿les suena?

Ya no tengo tiempo ni cabeza (menos cabeza que tiempo) para hacer el periodismo que quiero, ese que me enseñaron en TEA, ese que te lleva a la calle, a las marchas con un anotador y un grabador, a pactar entrevistas con café de por medio, a consultar mínimo las tres fuentes de información, a tratar temas en profundidad. Pienso, hago, escribo lo que puedo para llegar fin de mes.

Vivimos un cambio de paradigma y ¿no nos dimos cuenta? ¿Alguien se detuvo a pensar? Estamos en la era de la inmediatez (viví en mente propia cómo dos o tres segundos en los que les des “publicar” a una alerta es fundamental para evaluar tu desempeño en una redacción). “Foto, título y bajada y salimos”. A eso sumale: redes sociales, el clickbait, el SEO, los “virales”, fake news, copiar y pegar y ahora la inteligencia artificial. Hasta dieron vuelta la pirámide invertida y pusieron las 5W en el título. Pero hay cuentas que pagar cuentas, y por eso “fingimos demencia” y seguimos.

Así está el campo de juego. El pitazo inicial sonó hace rato, aunque siento que voy apenas por el primer tiempo. Hice uno o dos goles, me pegaron alguna que otra patada y ahora miro, parada en la mitad de la cancha cómo está el tablero y cuánto falta. Son apenas unos segundos, y vuelvo a trotar. Un respiro. Un detener el tiempo.

Ya no romantizo esta profesión. Tampoco me victimizo, porque quien me conoce sabe. ¿Que hoy estoy mejor que ayer? Seguro, porque voy detrás de eso. Pero yo no quiero volverme tan loco, yo no quiero esta pena en mi corazón. Voy buscando el placer de estar vivo.