LA PANADERIA DE TOLHUÍN. Las reflexiones de Emilio Sáez, un panadero difícil de vencer

El panadero más famoso del mundo pasó por Noticia de Tapa y compartió, desde Tolhuin, algunos pensamientos y sensaciones. A un año y medio del incendio que se llevó todo, y a cinco meses de la tan esperada reapertura.

La nueva panadería La Unión, emblema nacional nacido y renacido en la mediterránea Tolhuin, es una realidad desde febrero pasado, un año y medio después de haber sido arrasada literalmente por un incendio. 

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Emilio Sáez, su inventor, gestor y alma mater, la reconstruyó a nueva, gracias a su empuje y a la inmediata ayuda y aliento de tantísimos amigos y clientes. Hoy, ya tranquilo, con la obra finalizada y la panadería a todo vapor, Emilio lo primero que reconoce es “la posibilidad de poderle agradecer a la gente. Si la gente no me hubiera apoyado, quizás no lo hubiera logrado. No en lo económico, sino en lo anímico, que a veces es mucho más importante que lo demás”.

panaderia tolhuin foto emilio
Reapertura panadería Tolhuín

En franco y cálido diálogo con Noticia de Tapa Radio, el panadero más famoso rememoró aquel fatídico 23 de enero de 2021, y el aprendizaje que tamaña desgracia trajo aparejado: “Fue algo tan tremendo que ahora, que ya tengo el diario del lunes, si me dijeras un día antes que se quemara la panadería, tuviera la opción de no quemarla, te diría ‘no, quemala’. Es para escribir un libro”.

Sin dudas lo que cada turista, paseante o viajero que pasa por La Unión recordará por siempre, es la atención tan entrañablemente cercana y amistosa: “Me encargué mucho de decirle a los chicos que mantuvieran la misma buena onda, armonía, humildad”. Y siente que su mensaje fue recibido “cuando veo que entra la gente y se sorprende, me abraza. ‘Siéntanse culpables porque ustedes fueron parte de todo esto’ les digo. Ver a la gente cómo se siente como en su casa, era para mí lo más importante”.

Emilio Sáez reconoce que la panadería fue siempre el motor propulsor de la localidad. Con el nuevo edificio, moderno, bello, funcional, prestigia a Tolhuin: “Interpreto que, entre la panadería, la farmacia, La Anónima, Imcofue, le estamos dando a Tolhuin un nivel distinto. Algunos añoran la otra, pero bueno, son cosas que uno no puede manejar”.

“Yo ya me jubilé” se escapa Emilio a la consulta sobre el futuro de La Unión. “Voy a estar dando vueltas, pero hay un par de hijos trabajando ahí, y otro chico más, un encargado general. ¡Es la juventud!” sonríe. 

La verdad es que, estrictamente la panadería, ya no tiene tanta importancia relativa como antes dentro del esquema del negocio. “Hay mucha gente que hace pan acá -menciona ocho panaderías ya en Tolhuin-, nos vamos reinventando de acuerdo a la necesidad de la gente. Hoy recibimos muchísimos turistas y la gente necesita comer, estamos apuntando para ese lado, todo rápido, todo fresco, pastelería, empanadas, café. Por ese lado creo que van los chicos” confiesa al final.

Puesto a elegir una palabra que resuma no sólo la reconstrucción, sino la historia misma de La Unión, desde 1985, Emilio elige “pasión, sin pasión no sirve. Es algo que hay que sentirlo. Y mientras la gente que está ahí lo sienta, es lo más lindo que puede pasar. Ojalá que logre la transferencia, uno con sus errores con sus virtudes, a los hijos. Al meterle pasión y cariño, estás viendo cómo la gente te va respondiendo”.

Emilio se despide en la entrevista y promete más, pronto. E invita a Tolhuin, siempre invita. Para el final, comparte una pequeña anécdota del momento de la reconstrucción, que pinta de cuerpo entero lo que la gente siente por su panadería: “Cuando se me quemó la panadería, a los dos días me llamaron de Italia, un italiano que yo no recordaba, me dijo ‘mire mi amigo, usted debe aprender a dejar ayudarse, porque la panadería no es suya, es de todos”.