Día del Periodista: El mejor oficio, en el peor momento

El desafío de ejercer el periodismo en los difíciles tiempos actuales en Tierra del Fuego, es el eje de las agudas reflexiones del comunicador y escritor Gabriel Ramonet.

Este 7 de junio es en Argentina el Día del Periodista, en coincidencia con la aparición, un 7 de junio de 1810, de la primera edición del también primer diario nacional, La Gazeta, fundada por Mariano Moreno.

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En 2022 y en Tierra del Fuego, es una inmejorable ocasión para compartir algunas reflexiones sobre las particularidades del oficio del periodismo, ejercido en un momento tan singular de la vida pública de la provincia más austral.

La libertad de expresión es un derecho de todas las personas, consagrado por las leyes máximas del país y de la provincia. Después está la libertad de prensa, que tiene más que ver con el ejercicio de nuestra profesión. Siempre está limitada, no se puede hablar en abstracto,siempre hay dificultades internas y externas para poder ejercer esa libertad definió a manera de introducción el periodista y escritor fueguino Gabriel Ramonet, en su columna Nunca es Tarde, en el programa Noticia de Tapa Radio.

Pero esa conceptualización del núcleo mismo de la profesión que se ejerce, es necesario anclarla al lugar donde el periodista está haciéndolo. Y eso es lo que termina de perfilar su tarea. 

Hoy, el escenario periodístico en Tierra del Fuego es muy complicado según plantea primariamente Ramonet en momentos en que la provincia, a su entender, atraviesa una de las épocas más oscuras desde el punto de vista institucional.

Su apreciación está fundada en el hecho de que las instituciones están funcionando de un modo que casi no dejan margen para el debate. El autor del libro Justicia Adicta, se refiere a una total ausencia de discurso opositor en los medios de comunicación, como nunca antes se experimentó en Tierra del Fuego.

En otra época, cuando alguien decía algo en un medio de comunicación, eso inmediatamente generaba una reacción y había otras voces para contrarrestar esorememoró Gabriel Ramonet para clarificar el concepto. Hoy, da la sensación de que uno puede decir cualquier barbaridad, aunque sea cierta, que eso no va a generar ninguna discusión, porque la clase política ha omitido el debate público, ha determinado que no lo necesita

En ese orden de cosas, el espectro mediático actual en nuestra provincia se limita entonces a un análisis de los acontecimientos, a una línea editorial, a algunas entrevistas. Pero no se puede debatir, no se puede generar debate entre dirigentes, porque no hay con quién debatir.

Quizás la explicación está dada en que la propia situación política, en otra época no tan lejana, era bien diferente,había un gobierno y había una oposición con fuerza,copoder. Había gremios independientes que ejercían su trabajo y no eran comprados por un gobierno, a diferencia de la actualidad. Se podían escuchar muchasmás voces de las que se escuchan ahoraTodos quienes hablan hoy en los medios dicen cosas bastante parecidas, eso es lo que cambió.

Límites y matices

En el intento de buscarle explicaciones al preocupante presente, ayuno de debates públicos enriquecedores, Ramonet esboza algunas presunciones respecto del renunciamiento de la clase política a exponer públicamente sus ideas: Dejó de ser un negocio, no lo ven redituable y sus carreras políticas se valen de otros métodos que han ganado más auge. Gacetillas, redes sociales, videos por YouTube, enumera, han encontrado otras formas de comunicar que no incluyen confrontar con el otro. En realidad, con el otro dirigente lo que hacen es acordar por debajo de la mesa.

Esta falta de voces disidentes, este faltante de críticas en público, involucra también al periodismo. “Nosotros estamos metidos en esa bolsa, no es que yo me separe ni mucho menos. A la hora de encontrar explicación en la responsabilidad que toca a los comunicadores, deduce quenos cuesta en algunos casos por ataduras laborales, porcompromisos o intereses económicos, por lo que sea. Pero cuesta encontrar voces discordantes en los medios de comunicación en Tierra del Fuego.

Los periodistas tenemos una función social distinguió también, aunque lo que muchas veces prime sea la ardua tarea de subsistir, sobre todo para quienes ejercen de manera independiente. “Hay que luchar por eso, porque la profesión sea más redituable, no lo dudo. Pero no es nuestra única función, algo de incomodidad tenemos que generar en el poder, porque si no ¿qué clase de trabajo estamos haciendo?” reflexionó Ramonet.

Por eso, quienes no aspiran a encontrar el equilibrio entre la necesidad de subsistencia y la función social intrínseca al oficio, “terminan acomodados en ese rol de difusor de gacetillas o adulador de entrevistados. Ese no es el rol que tenemos los periodistas.

Gabriel Ramonet no reniega de los famosos límites con los que el periodismo debe luchar cotidianamente: Tenemos límites, los límites de la línea editorial de ese medio. O si trabajamos de manera independiente, el límite es la pauta publicitaria que paga tal o cual organismo. Pero entiende que el verdadero desafío es la gestión de ese límite, “cómo se maneja uno como periodista con ese límite. Si porque tengo esa pauta voy a hablar solo biende ese organismo o me voy a permitir hacer una crítica,aunque tenga la pauta, eso lo decide uno.

Encuentra que entonces un claro desafío profesional es encontrar cierta franja por donde uno puede transitar de manera más digna. No puede ser que uno sea nada más que reproductor de los intereses ajenos porque le conviene económicamente. Hay que buscar ciertos matices.

Sobre el final de su intervención radial, Gabriel Ramonet encontró una posible luz de optimismo, en la sensación de que, cuando no se escuchan voces opositoras puestas en público, como ahora, la oposición está latente en la gente, que está buscando un discurso crítico u opositor. No encuentra referentes que lo digan en público, pero está ahí. Hay gente que necesita ese discurso.