PLUMAS INVITADAS. Carnavales que perduran (Por Alejandro Rojo Vivot)

En Ushuaia, como en muchísimas ciudades, anualmente se celebran los carnavales aunque, casi seguramente, no tantos sepan qué festejan sin que eso importe algo; también atraen a ciertos políticos sonrientes que, posiblemente, saludan y abrazan sin saber bien a quien sin que eso interese a alguien.

¨Existen dos formas de ver la vida que se contradicen o se complementan, según el modo en que se aborde la cuestión. Uno diría: el humor es la reacción del superficial, del que no sabe tomarse la vida en serio, del que no es capaz de llegar a los profundos fundamentos que la conforman, del que se evade cobardemente de ella. El otro diría: el humor es la atmósfera indispensable para que se den las virtudes, el signo inequívoco de madurez, la forma más realista de enfrentarse a la vida. Ambos tienen razón. El resultado del sentido del humor es la sonrisa, y su hermana mayor, la risa. Reír es un verbo; lo importante aquí está en analizar el complemento directo, es decir, de qué se ríe uno, o de quién se ríe uno”. (1)

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Carmen María Imbert

En Ushuaia, como en muchísimas ciudades, anualmente se celebran los carnavales aunque, casi seguramente, no tantos sepan qué festejan sin que eso importe algo; también atraen a ciertos políticos sonrientes que, posiblemente, saludan y abrazan sin saber bien a quien sin que eso interese a alguien.

ALGÚN DETALLE

Las festividades denominadas genéricamente carnavales son muy diversas y se desarrollan puntualmente como ciclos celestiales, con peculiaridades locales y de época.

Todas atraen el interés de muchos y particularmente de la política: “Además de fijar una línea de contraste entre la carne y el espíritu, el carnaval marca un tiempo salido de sus cauces ordinarios y traza una diferente aunque efímera delimitación de los espacios sociales. El Buenos Aires colonial conoció sus festejos regimentados, el de la independencia los gozó. Rivadavia los prohibió, y Rosas los usó como recurso propagandístico. A partir de 1854, los carnavales porteños se fueron modificando, en consonancia con el paso de la aldea patriarcal a la ciudad moderna. Hasta 1880, mascaritas y comparsas, de criollos, negros o inmigrantes, desfilaron en medio del cisma político, epidemias, crisis económicas, levantamientos militares y las primeras huelgas”. (2)

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Pintura sobre carnavales

AVANZANDO

Los procesos culturales, muy diversos y multicausales, son productos de los seres humanos y a su vez los mismos son influenciados.

Las migraciones como, por caso, los medios de comunicación social y la globalización favorecen la movilidad de algunas costumbres que, a veces, son modas pasajeras y en otras oportunidades se asientan férreamente.

En apretada síntesis, los festejos anuales denominados carnavales son manifestaciones grupales originadas en Europa como en Venecia desde 1296, siendo parte de una reacción frente a una práctica dispuesta por la Iglesia Católica de ayuno y recato: Cuaresma.

También existen antecedentes con otras historias como los precolombinos en Oruro.

EN TAL SENTIDO

La Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) ha designado a varios carnavales como “Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad”.

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Poco a poco comenzaron a desarrollarse en diversas ciudades de Brasil con características propias; luego, por ejemplo, en Punta Arenas invernal, Oruro cristianizado, Barranquilla y San Juan de Pasto, etcétera.

En Buenos Aires fue práctica desde la época colonial en distintos períodos con altas y bajas: Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888) participaba con mucho entusiasmo, aún cuando fue presidente de la Nación (1868-1874) que lo hizo activamente con el rostro velado bajo una gran ala de su sombrero.

Es oportuno recordar que el multimillonario empresario terrateniente y político Juan Manuel José Domingo Ortiz de Rozas y López de Osornio (1793-1877) lo restringió (1836) y luego lo prohibió (1844), estando muy activa la nefasta fuerza parapolicial “Mazorca” y el intento de generalizar un pensamiento único.

Hace años, en la región mesopotámica de Argentina logra importantes y relevantes impactos nacionales e internacionales, incluyendo el de Corrientes (Corsódromo Nolo Alías) y Gualeguaychú con su “Corsodromo” y el “Museo del Carnaval”.

Así mismo, estas fiestas conllevan la concurrencia de grandes grupos de personas locales y las que viajan específicamente, por eso a veces son hasta atractivo para las expresiones partidarias, los que ofrecen consumo de bienes, servicios y pasajes, etcétera. De allí el involucramiento de las cámaras comerciales y empresas de turismo.

Es posible que a lo largo de los años los carnavales continúen variando, manteniéndose las tensiones entre los contenidos y las prácticas iniciales y las innovaciones contemporáneas.

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Casi siempre, los festejos carvalescos poseen acentuadas características locales muy peculiares, manteniéndose casi inalterablemente durante siglos, perdurando en la actualidad.

A veces hay quienes suponen que unas pocas de las celebraciones son las únicas, las auténticas, etcétera, aunque sea fácilmente informarse de las muchas y ricas variantes.

Por lo menos en lo que se trata de la cultura y su desarrollo los ideologismos como las perspectivas restringidas, al menos, son claras contradicciones.

Por ejemplo, “el entierro de la sardina” correspondiente a la finalización de los festejos en varias comunidades españolas y en algunas zonas de América, donde los miércoles de ceniza se organizan cortejos fúnebres donde se entierra una figura que simula ese pez (cupleidae) tan apreciado como alimento como, desde luego, su captura y comercialización.

Es una invocación social a dejar atrás el pasado pesaroso y lo anquilosado que dificulta el cambio y la libertad individual.

A veces el sentido figurado es que triunfa el jolgorio sobre la predestinación: “Polvo eres y en polvo te convertirás”.

Las “Fiestas de Judas”, que varían en sus fechas de organización, principalmente sus protagonistas principales son los jóvenes locales que queman con gran alboroto una figura representativa del apóstol traidor, simbolizando la destrucción de todo lo despreciable del pasado alentando venturosos nuevos tiempos para todos.

Muy posiblemente, muchos de los que participan en los encuentros públicos referidos al Carnaval con frecuencia poco les preocupa saber las cuestiones históricas, religiosas y culturales…

Así mismo es oportuno recordar los réditos económicos y políticos de estas prácticas de antigua data.

DURANTE EL SEXTO MANDATO CONSECUTIVO LA CULPA ES AJENA

“El intendente de Ensenada, Mario Secco, anunció la cancelación del Carnaval de la Región, que todos los años organiza la municipalidad y responsabilizó a las medidas económicas del gobierno del presidente Javier Milei. (Asumido un mes antes) La suspensión se anunció en un comunicado en el que se subrayó que la Intendencia debe destinar mayores recursos a la compra de alimentos y medicamentos, y a la cobertura de los servicios públicos. (No a la inversión en obras públicasEl gasto de la fiesta superaba los $100 millones”. (3)

NOTAS Y REFERENCIAS

Alejandro Rojo Vivot ha publicado varios artículos referidos a los carnavales principalmente en sus antecedentes históricos y políticos.

1) Imbert, Carmen María. Pedagogía del humor. Alfa-Omega. Etapa II. Número 433. Página 3. Madrid, España. 2005.

2) Lucía, Daniel Omar de. Carnaval y Sociedad en la Gran Aldea. Todo es Historia. N° 331. Página 8. Buenos Aires, Argentina. Febrero de 1995.

3) Anónimo. El intendente ultracristinista de Ensenada suspendió el Carnaval por “el impacto de las medidas económicas nacionales. La Nación. Buenos Aires, Argentina. 18 de enero de 2024.