EDITORIAL. El Gobierno tiene que resolver el caos que se vive en el aeropuerto internacional de Ushuaia
El problema histórico de la aeroestación se incrementó con la afluencia récord de vuelos y turistas. Largas colas, falta de lugar en el pre embarque y el caos generalizado del estacionamiento ponen al desnudo una situación que no da para más. La necesidad de intervención gubernamental es urgente.
Con buena parte de la temporada transcurrida, y con un verano récord según las autoridades provinciales, todos quienes ingresaron a la provincia por el aeropuerto Malvinas Argentinas de Ushuaia, encontraron tanto a la ida como a la vuelta el sistema aeroportuario totalmente colapsado.
La imagen de portada de esta nota muestra a la izquierda, por ejemplo, la enorme cantidad de vehículos que se estacionan sobre una banquina de tierra, sin ningún tipo de infraestructura para brindar ni los más mínimos servicios a los pasajeros de la estación. Y la foto pertenece a un sitio oficial del Gobierno Provincial.
La crisis de crecimiento por la mayor afluencia de turistas luego de las restricciones de la pandemia puso sobre el tapete todas las fragilidades que tiene el aeropuerto de Ushuaia. Una sola persona controlando los documentos para ingresar a la zona de pre embarque, solo dos cintas de control de seguridad, la falta de espacios para aguardar sentados previo al ingreso de las aeronaves y la situación de desborde que se vive a las afueras de la aeroestación: dársenas que ya resultan insuficientes y el desorden estructural del estacionamiento.
Un claro ejemplo de desinversión es que la isla central para alojar a los autos es la misma que tiene el aeropuerto desde hace más de 20 años. Esto provoca una situación de crisis que se observa a simple vista: un número creciente de autos de alquiler, el crecimiento exponencial del tráfico de pasajeros, la falta de nueva infraestructura junto a la ausencia absoluta de controles de ingreso y salida provocan un escenario del mayor de los desórdenes.
¿Qué empezó a suceder? Progresivamente, en los últimos años se comenzó a usar el lateral sudoeste, esa especie de plataforma de tierra al costado, el terraplén que mira hacia la Bahía Golondrina que no está habilitado para prestar el servicio de estacionamiento. Luego, ante la falta de soluciones, los usuarios de vehículos empezaron a utilizar el resto de los espacios libres disponibles, hasta el pequeño montecito que da hacia la torre de control. Tal es la situación que los autos ya estacionan prácticamente en cualquier lugar.
Sumado al hecho que estacionar vehículos por tiempo indeterminado y sin costo alguno ya se transformó en una rutina de quienes viajan a través del Aeropuerto de Ushuaia.
En términos de imagen y de calidad de servicios, es un desastre.
Quien viene de afuera y se baja en el aeropuerto para pisar Argentina por primera vez, lo primero que ve es el descontrol del exterior de la aeroestación. Lo siguiente es el terreno baldío que se encuentra apenas se cruza el límite de acceso, donde opera el predio informal de pista de aprendizaje de manejo. Una escena dantesca, donde se encuentran tirados decenas de neumáticos sin que esto provoque ni la mejor iniciativa por parte de las autoridades que tienen algún tipo de responsabilidad sobre el lugar.
Urgente solución
La responsabilidad claramente no es del municipio, por no formar parte de su territorio. El camino al aeropuerto es una jurisdicción difusa entre la Provincia y organismos que forman parte del Estado nacional, donde prácticamente no existen controles desde la rotonda de ingreso y hasta el acceso mismo al edificio de la aeroestación. Aunque, está más que claro que quien concesiona las instalaciones es el gobierno y que, por algunos momentos, el control de vehículos externos corre por cuenta de funcionarios provinciales.
Con esta suerte de tierra de nadie, llegó el momento de tomar algún tipo de determinación que corrija la suma interminable de desprolijidades.
Lo que está claro es que no podemos seguir mirando para otro lado.
El planteo no pasa por reclamar soluciones mágicas a las problemas que son de vieja data y que se vienen profundizando con el correr de los años por la falta de una gestión inteligente del sistema aeroportuario de la ciudad.
Con franqueza, recientemente la secretaria de Gobierno del municipio, Jésica Garay, dijo que los motorhome son una dificultad para la zona céntrica costera por el crecimiento de estos vehículos en los últimos años, pero anunció que desde el año próximo debiera estar resuelto porque irán a un predio determinado en el trayecto hacia el Parque Nacional Tierra del Fuego.
Con esto quiero decir no pasa por reclamar soluciones instantáneas, pero sí que alguien tiene hacerse cargo de empezar a resolver problemas que se vienen incrementando en forma notable.
La primera impresión es la que vale
Por mencionar situaciones que se viven a diario en los momentos picos de asistencia de público, en horarios donde las tres aerolíneas operan en forma casi simultánea se forman filas que muchas veces llegan hasta la misma entrada del edificio. Gente que se confunde para hacer el check-in, y queda expuesta a demoras innecesarias. ¿Hace cuántos meses que ya no funciona el escáner de control en la salida del sector de arribos, y a quién le incomoda que existan menos controles para el acceso a la ciudad?
Eso también habla de una visión de un aeropuerto que ya no responde a las necesidades de una ciudad con alta demanda de servicios que tenemos.
Llegó la hora de ordenar la dinámica del aeropuerto internacional Malvinas Argentinas, porque estamos dando, probablemente, el peor ejemplo y la peor imagen que nunca tendríamos que dar.
¿O la idea es seguir viendo pasajeros caminando por los bordes de tierra después de dejar sus vehículos donde pueden y no donde debiera estar planificado y preparado?
La respuesta es obvia: Uno de los principales destinos turísticos del país no puede seguir dando tamaña imagen patética.
