EDITORIAL. El silencio exasperante y cómplice de una oposición cogobernante

La política de Tierra del Fuego sumergida en un impúdico cambalache basado en un sin fin de silencios. Oposiciones y oficialismos se confunden y disfrazan, según sea la ocasión. Una ciudadanía desnuda y desprotegida que no tiene quién le escriba. Los intentos por reemplazar a la oposición y a los sistemas de control solo refuerzan el cinismo del sistema.

La organización política partidaria fueguina refleja cabalmente un síntoma que padece la provincia de Tierra del Fuego en cuanto a roles oficialistas y opositores.

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La crisis de representación de quienes votaron en 2019 debería ser un tema preocupante, ya que la sociedad como electora no ve reflejada en la práctica política el sentido del voto que dispuso en la última elección de junio de aquel año.

Luego de aquella campaña proselitista, en donde cada fuerza política amplificó su posicionamiento de cara a la elección, las disidencias se transformaron en similitudes o complicidades.

A tal punto que se ha vuelto sumamente dificultoso distinguir entre el oficialismo y la oposición; conceptos imposibles de aplicar en Tierra del Fuego desde mediados de 2020 en adelante.

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Cuadro de Eduardo Nicolai

El mayor contraste se pone sobre la mesa cuando se referencia a actores nacionales de esos espacios que llevan una vida tan confortable dentro de la isla, ya que quienes se oponen fervientemente al gobierno nacional son fieles acompañantes de la misma coalición política en el plano local.

Dicho de otro modo: una dinámica de oposición hacia el afuera, a la par que opera un estilo de oficialismo asociado en el escenario político provincial.

Tamaña contradicción solo ha provocado el desdibujamiento de las posturas y lo que a priori parecía oposición durante los primeros días de la gestión de Gustavo Melella ya no lo es en ninguno de los sentidos.

El politólogo Mario Riorda explica esta relación con claridad. Lo llama ¨la oposición cartelizada u “oposición eliminada”, es aquella que, por actos burocráticos, clientelismo o lo que fuese, es eliminada o cooptada¨ , sostiene el especialista.

Esto ha quedado notoriamente evidenciado, una y otra vez, en distintos planos políticos en Tierra del Fuego, ya que, sino todos, en la gran mayoría de los escenarios se han construido bloques únicos, que no diferencia partidos ni mucho menos ideologías.

Allí se confunden oficialismos y oposición como si, en lugar de ser roles antagónicos, fueran la unificación del sentir político.

Con esta lógica se logran los números para aprobar decisiones impensadas. Por ejemplo, que la misma Legislatura que se abandera detrás de la Ley Micaela envíe a dos hombres al Consejo de la Magistratura, en lugar de designar a alguna de las seis legisladoras del parlamento provincial.

El mismo acuerdo que se hizo para avalar el despido de la ex asesora del Bloque de FORJA, Amanda Del Corro, cuando denunció por violencia de género al Legislador Emmanuel Trentino y fue inmediatamente despedida de su cargo como asesora del mismo bloque.

Esta extraña sociedad logró en todos los caos el número para ordenarse en los cargos y fundar una especie de sociedad difícil de explicar el público, pero que opera a la perfección en el plano privado; tras bambalinas, en las trastiendas del poder local.

Por esta razón, seguramente las papas van a quemar cuando dentro de un año cada opositor metamorfizado en oficialista deba salir, cada cual, a buscar votos para las elecciones generales, y se deba explicar por qué no se cumplió el compromiso con la gente que voto a 9 bancas opositoras en 2019.

De allí que esta dinámica de oposición eliminada solo evidencia la notoria falta de vocación para ejercer la oposición en la provincia y convertirse en alternativa de poder público.

Terminan las elecciones, terminan los compromisos 

La dirigencia que está llamada a interpretar “la voz de las urnas” no hace otra cosa que dar muestras de justamente lo contrario. La gente vota en las urnas un modelo de distribución de bancas que luego lo rompen en función de réditos parciales y personales.

“Opositores de cartón” se los llama, quizás con razón. Una oposición muda, podría sostenerse, mientras la realidad nos pasa por encima.

El abandono del único hospital público de Ushuaia y el desguace de la OSEF solo se entiende desde esta forma de hacer política.

De lo contrario, no se hubiera generado la verdadera desgracia sanitaria, una catástrofe en el ámbito de la Salud que se verifica en una obra social de empleados públicos devastada, arruinada, desfinanciada y solo al servicio de la concentración de las prestaciones en manos privadas.

Lo que se añora es una legislatura que opere como caja de resonancia de los conflictos ciudadanos en lugar de una escribanía unánime que certifica todas y cada una de las arbitrariedades del gobierno provincial.

La indiferencia ante los reclamos de una sociedad que nadie atiende

Un grupo de padres y madres de chicos con discapacidad padece el ninguneo del gobierno ante el pedido de pensiones que les corresponde por Ley. A esto se le suma que médicos y enfermeros del Hospital Regional Ushuaia deben adaptarse a seguir atendiendo en un 35% de la infraestructura que permanece en pie después de un incendio de hace más de un año.

Encima, comunidades educativas de escuelas destrozadas deben aceptar la suspensión de clases como única solución que se le ocurre al Ministerio de Obras Públicas por un sin fin de problemas en cuanto a deficiencias en el mantenimiento de los edificios escolares. 

¿Qué legislador o dirigente político se acercó a interiorizarse y ofrecer su mediación ante tan dramáticas situaciones? ¿Qué sindicato promovió alguna medida de acción directa y efectiva respecto de cualquiera de estas problemáticas? ¿Cuántos espacios existen para preguntar a funcionarios, legisladores, sindicalistas, por los padecimientos de tantos?

¨El pueblo no gobierna ni delibera sino a través de sus representantes¨, nos enseñan en la escuela como una forma de domesticación democrática, aunque la digitalización de la vida cotidiana corre por un carril muy distinto a la concepción de la vieja democracia pensada y organizada para pocos..

La gente, explica la política, debe acudir a quien lo representa para gestionar la solución a sus problemas. Pero la crisis deviene cuando quien debiera representar a otros solo representa a sus propios intereses.

Otro actor fundamental, La Justicia, que debería ser otro de los ámbitos donde se atienda el reclamo de los ciudadanos, en Tierra del Fuego es ampliamente conocida por su ineficiencia, cuando no su vergüenza.

Salvedad hecha de pequeños bolsones de honestidad donde aún prima la actuación a derecho, estamentos menos politizados donde un puñado de funcionarios parece entender su propia razón de ser.

En consecuencia, la ausencia de voces disidentes no es síntoma de calma sino de una verdadera ficción democrática.

Lo demuestra la oposición que lo es en un plano, pero que opera vestida de oficialismo en el otro. Es más, sindicatos que cogobiernan desde afuera y desde dentro del gobierno, organizaciones sociales hibernando cuando hasta hace muy pocos años tenían y

La esfera pública local se ha empobrecido notablemente. Se nota con la guerra de información oficial que solo intenta tapar problemas que la sociedad no deja de ver.

Los datos de la realidad solo muestran que la comunidad cada vez se siente más alejada de la dirigencia en general. No es solo un fenómeno fueguino, sino un extremo de devaluación política.

Gracias a las nuevas tecnologías cada habitante podría tener al alcance de su celular una infinidad de opciones para poder expresarse sobre temas públicos, además de tener información sobre qué decisiones de interés público toma cada uno de los dirigentes. Participar, estar informado críticamente y recibir permanentemente rendiciones de cuentas.

Pero la devaluación, palabra tan de los tiempos que corren, de los compromisos que se asumen en las campañas electorales se van depreciando desde el momento mismo en que se apagan las luces de los escenarios electorales.

Queda una pregunta que lleva mucho tiempo sin responderse: ¿A quiénes representan nuestros representantes?

Imagen de portada: cuadro de Eduardo Nicolai