PLUMAS INVITADAS. Ushuaia y su desierto de los tártaros (Por Alejandro Rojo Vivot)

La zona baldía entre el Aeropuerto, la amplia avenida de ingreso y egreso al mismo, como la playa de la Bahía Golondrina, es un buen ejemplo de las prioridades urbanas de la ciudad más austral del mundo.

A Ushuaia le falta mucho en cuanto a su desarrollo armónico con visión innovadora y creativa.

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La zona baldía entre el Aeropuerto, la amplia avenida de ingreso y egreso al mismo, como la playa de la Bahía Golondrina, es un buen ejemplo de las prioridades urbanas de la ciudad más austral del mundo.

Por lo menos desde 1997 pareciera que hay quienes están de acuerdo del contorno lunar del paisaje que integra la obra del extraordinario arquitecto uruguayo Carlos Ott Buenafama, que bien podría ser homenajearlo revalorizando el conjunto, siendo un motivo más de orgullo de la población que estudia, trabaja, disfruta, etcétera, sin apropiarse de bienes públicos ni intentar.

A algunos ese sector abandonado les parece tierra arrasada como lo que dejaban los temidos hunos esteparios integrantes del ejército de Atila, por lo que bien podría generar interesantes ingresos alquilándolo como escenario fílmico para películas catastróficas o intergalácticas.

El ingenio humano siempre triunfa si se desarrolla en libertad.

¡A LAS COSAS QUE EMBROMAR!

Si es un problema de jurisdicciones será cuestión de unos minutos para ponerse de acuerdo.

Si el asunto es una eventual especulación inmobiliaria…

Han pasado décadas desde la construcción de la reconocida aeroestación internacional; fue en el transcurso de la gran corrupción y mentiras del gobierno de la nefasta explosión del polvorín estatal en Río Tercero, del Partido Justicialista y aliados: rereelección, el cohete a la estratósfera, etcétera. Muchos etcéteras más.

La obra tan necesaria necesitó un significativo movimiento de tierra pero quedó a medio camino en un sector con un relativo menor trabajo e inversión; ¿qué habrá sucedido? ¿Las coimas…

Pasaron los gobiernos y otras mentiras como el tren bala, el diputrucho, las valijas voladoras, las ruinosas operaciones económicas, ingentes acumulaciones de riquezas por parte de jerarcas estatales, etcétera y poco o nada sucedió.

La historia continuó con fracasos, impericias y más falsedadesbrotes verdes, cuantiosas inversiones extranjeras inexistentes, continuidad del asistencialismo malévolamente e ineficientemente terciarizado, etcétera

Más adelante las cuasi vulgares e ilegales fiestitas en la Residencia Presidencial, durante la pandemia financiadas con el dinero de los contribuyentes, las autoritarias medidas de encierro individual obligado como del comercio, las constantes y neutralizadoras pelea palaciegas, el aumento de la pobreza, gravosa intermediación en la contratación de seguros obligatorios estatales, el uso de dinero público para la perdedora elección presidencial, etcétera. Y muchísimo más etcétera.

La saga perdura…

Mientras tanto el descampado desaprovechado del Aeropuerto Internacional sigue esperando; posiblemente la población local y los asombrados turistas se preguntarán: ¿aquí que habrá pasado?

UNA POSIBLE RESPUESTA

Posiblemente habrá bastantes personas, de cualquier género, que afirmen que el páramo sin intervención creativa e inteligente se debe a una actitud y conducta de procrastinación (del latín pro: adelante, ycrastinus futuro), es decir, postergar como la devolución actualizada del dinero de los jubilados que aportaron cumpliendo con la normas.

Quizá haya otra razón de gran relevancia… como los cañones de Puerto Almanza apuntando a Chile, durante décadas después de finalizado el conflicto de 1978 promovido por las dictaduras de ese entonces.

IMPERDIBLE

El periodista (Corriere della Sera) y escritor italiano Dino Buzzati Traverso (1906–1972) escribió “El desierto de los tártaros” (Il deserto dei Tartari), (1940) la muy difundida novela existencial ambientada en un país de ficción, donde relata magistralmente las vivencias e introspecciones de un militar que debe vigilar una extensa zona fronteriza donde nada pasa ni nunca algo sucederá.

Todo es vacuo hasta el punto que la existencia se subsume en un vacío que se mantiene con sus propias falsas promesas que son poco creíbles si a las pruebas se remite.

La silente y gigantesca “Fortaleza Bastiani” es la única testigo de lo que fue pero ya no es, salvo para quienes mantienen la esperanza que algún día será lo que hoy ya podría ser.

Jorge Luis Borges (1899-1986) concluye su difundido Prólogo: “El desierto es real y es simbólico. Está vacío y el héroe espera”.

“-Es un trozo de frontera muerta -añadió Ortiz-. De modo que no la han cambiado nunca, se ha quedado siempre como hace un siglo. -¿Cómo frontera muerta? -Una frontera que no preocupa. Delante hay un gran desierto. -¿Un desierto? -Un desierto, efectivamente, piedras y tierra seca; lo llaman el desierto de los tártaros. Drogo preguntó: -¿Por qué de los tártaros? ¿Había tártaros? -Antiguamente, creo. Pero más que nada es una leyenda. Nadie debe haber pasado por allí, ni siquiera en las últimas guerras. -¿De modo que la Fortaleza nunca sirvió para nada? -Para nada -dijo el capitán”. (1)

ES POSIBLE

“Imagina que no existe el paraíso/ Es fácil si lo intentas/ Ningún infierno bajo nosotros/ Por encima de nosotros solo el cielo/ Imagina toda la gente/ Viviendo el hoy”. (John Lennon. “Imagine”. 1971).

Las varias hectáreas en cuestión podrían ser una extensa área de particular atractivo que contribuya a la interrelación, el sosiego, el esparcimiento, el desarrollo de actividades culturales, empleo de bicicletas disponibles para los interesados, elementos gimnásticos fijos, murales, biblioteca, escenario para los ancestrales títeres, marionetas y diversidad de artistas, base de carga de equipos electrónicos, servicio de comunicación inalámbrica, puestos de comida, un laberinto, espacio cuidado para práctica con patineta, gran tablero de ajedrez humano, etcétera, surcada de sendas, mobiliario urbano, servicios higiénicos, puntos elevados para la observación del paisaje y el cielo, campana acústica, sectores para el reparo ante eventuales precipitaciones, bosquecitos de árboles nativos, sector para estacionamiento de vehículos, cámaras de seguridad y de vigilancia, etcétera, de carácter universal sin alusiones partidarias ni religiosas de ningún tipo.

Todo sin barreras urbanísticas y arquitectónicas.

Bien podría hacerse una compulsa popular referida a ideas y propuestas como la intervención de especialistas incluyendo a empleados públicos formados a tal efecto.

El silencio público al respecto es notorio y, al menos, será muy valioso un amplio debate democrático.

El parque de la ciudad seguramente será un motivo más de orgullo de estar aquí y ahora como, al poco tiempo muchos se preguntarán ¿por qué no lo hicimos antes?

NOTA Y REFERENCIA

Alejandro Rojo Vivot brindó numerosas conferencias en Río de Janeiro, Brasil, invitado por organismos internacionales y nacionales.

1) Buzzati Traverso, Dino. El desierto de los tártaros. Editorial Sudamericana. Página 14. Buenos Aires, Argentina.