PLUMAS INVITADAS. Elecciones en chiste, casi todo es posible (Por Alejandro Rojo Vivot)

Los comicios son, desde hace mucho, escenarios privilegiados para el ejercicio del humor.

“Al hacer reír a otras personas, relatándoles mi chiste, me sirvo realmente de ellas para despertar mi propia risa, y puede, en efecto, observarse que quien primero ha relatado, con gesto grave, el chiste, hace después coro riendo mesuradamente a las carcajadas de los demás”. (Freud, Sigmund. El chiste y su relación con lo inconsciente. Biblioteca Nueva. Tercera edición. Tomo I. Página 1117. Madrid, España. 1973.)

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Riéndose, Alberto Fernández y Jorge Capitanich

Los comicios son, desde hace mucho, escenarios privilegiados para el ejercicio del humor en sus más diversas variantes como, por caso, los chistes que se difunden ampliamente aportando peculiares puntos de vista referidos a las pujas por alcanzar o mantener el poder.

Otro tanto son las anodinas promesas electorales, sobre todo cuando son expresadas a los gritos propios de los que saben que mienten como que estamos bien y lo malo es culpa de otros…

UN POCO DE HISTORIA

El célebre humorista y periodista francés Charles Alphonse Allais (1854-1905) encuadrado en el significativo y efímero movimiento “Las Artes Incoherentes”, creó, con gran inventiva, al Captain Cap, sobrenombre de su amigo Albert Caperon (1865-1898), como candidato corpóreamente inexistente en las elecciones legislativas locales del 20 de agosto de 1893, en el IX Distrito, 2 ͣcircunscripción, de París, Francia.

Fue una hipérbole humorada política de la que se rieron durante varios días, donde lo disparatado fue tomado por muchos como verdad pues casi triunfan, a semejanza de algunos casos actuales.

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Karina y Javier Milei

En su genial parábola, documentada como pocos postulantes circunspectos lo hacen en el Siglo XXI, transcribe las actas de sus reuniones, la plataforma electoral, discursos, proclamas, reproducciones de recortes periodísticos, apostillas biográficas, proyectos como el crear las comunicaciones interplanetarias: “Si realmente, en el seno de los planetas circundantes hierven

mundos animados, ¿cómo hacer para avisarles que la tierra, nuestra pequeña tierra querida, está poblada de seres inteligentes (hablo de mis lectores) capaces de entrar en comunicación con ellos”. Y esboza su plan anticipatorio:

“Movilizar, durante una hora, a toda la especie humana, a todos los animales, todas las campanas, todas las pistolas (…) todas las asambleas deliberantes,

(…) las suegras, en una palabra todos los seres u objetos capaces de producir ruido”, esperar el doble del tiempo adecuado, “si no escuchamos ningún clamor

astral es que los marcianos son sordos como tapias o que les importa tanto de nosotros como su primera cerveza de marzo”. (El mes y el planeta, en francés se escriben igual).

Luis Juez

Su propuesta estuvo centrada en la “supresión del impuesto a las bicicletas, el restablecimiento de la libertad de las costumbres en las calles con vistas a la repoblación, (…) supresión de la burocracia. (…) El origen de todos esos males, ciudadanos, no hay que ir a buscarlo muy lejos: es el microbio de la burocracia.

Ahora bien, no se parlamenta con los microbios. (…)

El ilustre Captin Cap, de quien tanto han hablado últimamente los diarios, se presenta a las elecciones en calidad de candidato antieuropeo y antiburocrático.

El Captain Cap es un hombre nuevo, de ideas generosas, enemigo declarado de la rutina y del papelerío. Expresamos nuestros deseo de que sea elegido”.

Se postula como un hombre de acción capaz de hacer “florecer de nuevo, con más brillo que nunca, la lealtad y el amor a la Patria, esas dos flores simbólicas (…).

¡Sí, aquí está! No tengo ninguna razón para ocultar que acabo de hacer y no siento ningún temor al dar al público ese nombre.

Debo confesar que al principio desconfiaba un poco: eso de candidato antiburocrático y antieuropeo podía ocultar desastrosas ambiciones y traer aparejadas desoladoras consecuencias. (…)

Luego de la reunión pública que ha dado el Captain Cap no he dudado un solo instante en aclamarlo frenéticamente, y si no he sido de los primeros que corrieron a desenganchar su coche es porque los caballos me dan miedo, aunque sean coches de plaza. (…)

En este momento el entusiasmo es tan intenso que los electores desenganchan los caballos y arrastran el coche a pulso unos veinte metros.

Pero el Captain Cap rehúye las ovaciones.

En menos tiempo del que es necesario para contarlo, salta a otro coche y, el sombrero en alto, desaparece gritando:

-¡Basta de burocracia! ¡Basta de rutina europea! ¡Basta de salvajes blancos! (…)

Mi candidato, el Captain Cap, ha trazado él mismo su biografía en su asamblea electoral. (…)

-Cap, usted que domina todas las ciencias, todas las artes, como la misma superioridad, ¿cómo es posible que yo no conozca algún poema suyo?

-Mi querido amigo, he hecho versos cuando joven, tantos como para llenar barracas de algodón y mercados de trigo. Cuando me decidí a quemarlos –me

encontraba entonces en Melbourne- la atmósfera se oscureció durante más de ocho días”. (Allais, Alphonse. El Capital Cap. Páginas 8, 9, 16, 17, 20, 21, 53,

54, 55 y 98. Centro Editor de América latina. Buenos Aires, Argentina. Noviembre de 1972.)

AQUÍ Y AHORA

En el presente, cada tanto, hay convocatorias universales para realizar una actividad en común con iguales o peores resultados, se construyen candidatos de la nada y duran casi nada, algunos suponen creíbles las más anodinas promesas de quienes, recién en las campañas y por tres o cuatro meses, se preocupan por la gente mientras se agreden entre sí cuidándose de evitar discutir ideas, formulan banales, prosaicas y genéricas romerías futuristas superando al humor más sofisticado, obligándonos, a veces, a consultar el diccionario o al horóscopo para comprender acabadamente de qué se trata, valorando aún más a los muchísimos políticos cabales.

A veces parecen juegos macabros donde gana el que más miente como el designado candidato por el Partido Justicialista que justificó sus dislates proselitistas: “Si yo decía lo que iba a hacer, no me votaba nadie”; y ganó. (1989).

SEGURAMENTE

Están también los que emplean los aportes de los contribuyentes para financiarse electoralmente y amañando normas para perpetuarse en el poder, como los que para evitar enfrentarse cara a cara con sus triunfadores oponentes dejaron sus respectivos cargos que juraron solemnemente cumplir hasta el fin de sus mandatos alcanzados por la voluntad popular.

Habrá también envidiosos con los que triunfan mediante el esfuerzo personal y el estudio.

Aunque las elecciones no tengan ni una pisca de cómica, la democracia cualificada debe continuar explorando diversos caminos que conduzcan a la equidad y al desarrollo individual como de las sociedades en su conjunto; en serio.

NOTAS

Alejandro Rojo Vivot colaboró con la Revista Livre, El Chaltén, Provincia deSanta Cruz, Argentina. (2016)