ADRIAN SCHIAVINI (CADIC-CONICET) Parte 1. ¨Los perros asilvestrados cambiaron la matriz rural de la provincia¨

El investigador principal del CADIC Adrián Schiavini compartió información y cifras sobre cómo la presencia de perros salvajes en la zona rural de la isla obligó a cambiar la estructura productiva de los establecimientos. Un problema de larga data y compleja solución.

El Dr. en Biología e investigador principal del CADIC, Adrián Schiavini, se refirió en el programa Noticia de Tapa Radio a dos de las problemáticas que en el último tiempo afectan severamente el ambiente rural de la provincia de Tierra del Fuego: los perros asilvestrados y los castores.

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Respecto de los primeros, Schiavini mencionó la reciente realización de una encuesta que involucró a los responsables de distintas estancias a lo largo de la provincia, que arrojó algunos datos por demás interesantes. 

Muchos de esos establecimientos consultados reportaron la presencia de madrigueras y cachorros de perros asilvestrados. “Estos cachorros nacen sin contacto con los humanos. Si bien en su genética de tantos años están moldeados por el humano, no tienen la socialización que tienen los perros domésticos con los que interactuamos cotidianamente” remarcó el científico.

Esta particularidad implica que el animal nacido en forma silvestre, va a reaccionar como tal, “va a huir, no se va a vincular con el humano”. No obstante, abonó la teoría de una posible resocialización: “Puede ser, el perro doméstico tiene miles de años como creación humana. El perro asilvestrado no se ‘desdomestica’. La reversión al lobo es una mentira, un mito, conserva todo el ‘paquete de software’ que nosotros le hemos cargado durante años”

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Perrros asilvestrados

Pese a la reducción del volumen de la crianza ovina que experimentó la mayoría de las estancias de la provincia en los últimos años, reduciendo a la mitad la cantidad de cabezas, el estudio arrojó que todos los entrevistados sólo volverían a producir exclusivamente ovinos, si se resuelve el problema de los perros asilvestrados.

“Como biólogos nos preocupan los modos de vida de la gente que vive en el campo. Esta gente ha perdido en buena medida el modo de vida ovejero, parte del patrimonio cultural de Tierra del Fuego y de la Patagonia. Hasta un ícono gastronómico, los turistas vienen aquí a consumir cordero. Hoy en algún momento del año tenemos que traer corderos de la Patagonia continental porque los de aquí no alcanzan”reveló, denotando que la presencia de los perros salvajes ha incidido negativamente en la matriz productiva de la isla, y constituye un problema de reales proporciones.

Expresó Schiavini que ha habido lo que llama “una retroalimentación negativa” principalmente entre los productores del ecotono, entre Tolhuin y Río Grande, donde muchos de ellos dejaron de producir ovinos y se pasaron al bovino pensando que sería, por tamaño y presencia, menos atacada por los perros. “Los perros atacan a las vacas y también desordenan, les provocan estrés que afecta su crianza, producen rotura de infraestructura en alambrados, potreros, demanda inversiones, demora el retorno de la inversión en la explotación bovina, que de por sí es más largo que en la ovina” enumeró los inconvenientes que esta reconversión trajo aparejada, pese a las presunciones. Si a eso se agrega que la vaca no se arregla tan bien en invierno como la oveja, “por más que los productores hayan mutado, eso no es ventajoso, es caminar en la cuerda floja y la variable son los perros asilvestrados”.

Fue consultado el experto acerca de reclamos por la competencia del guanaco con el ganado. Su respuesta fue esclarecedora: “Abigeato, robo de ganado, guanaco, caminos, comunicaciones, aislamiento, conectividad, son todos factores secundarios al lado del gran problema de los perros asilvestrados que sufre el sector rural de Tierra del Fuego” señaló.

El problema de los castores

En otro orden, Schiavini se refirió a la presencia del exótico castor, generalizada en la isla de Tierra del Fuego salvo honrosos rincones, y preocupantemente creciente en el continente con avance hacia el Norte. “Es lo que preocupa actualmente tanto a Argentina como a Chile” advirtió.

Pero a la hora de controlar al castor, o reducir al menos su población en determinados sectores, la tarea no es nada sencilla: “Se puede hacer, pero eso conlleva una inversión permanente, por siempre, todos los años”.

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Castores en Tierra del Fuego

Adrián Schiavini alertó que la implementación de programas esporádicos “son contraproducentes y hasta negativos”. Recordó al respecto la experiencia en 2018 de erradicación del castor en un puñado de sitios en Tierra del Fuego, comprobándose luego que en las zonas que tuvieron intervenciones recurrentes, había más colonias de castores que en sitios donde no hubo injerencia humana. “Eso quiere decir que lo único que se hace con estas intervenciones anárquicas y esporádicas, es producir un empuje demográfico para que el castor colonice nuevas áreas”.

El especialista informó que la colonia fueguina de castores provoca daños por un valor de 66 millones de dólares al año, medido de diversas maneras, que involucra árboles cortados, ambiente modificado, trabajos de recuperación de infraestructura vial, labores en la planta potabilizadora cuando algún castor instala su castorera en la toma de agua, etc. “La erradicación llevaría unos 10 años a un costo de 15 millones de dólares, solo en lo operativo. Eso requiere compromiso político, que no pasó desde que hicimos la experiencia, para sostener las actividades. Y un apoyo financiero permanente” recomendó finalmente el Dr. Schiavini.

*FOTO DE PORTADA: Cristóbal BRICEÑO