El reconocido politólogo y conferencista internacional, brindó una conferencia en Ushuaia, convocado por la UNTDF. En un reportaje radial, brindó un sinfín de conceptos y definiciones sobre la comunicación política en los tiempos que corren.
No con tanta frecuencia se tiene la oportunidad en Ushuaia de escuchar y compartir un mano a mano con un profesional de tanta riqueza y envergadura intelectual como Mario Riorda, politólogo, licenciado en Ciencias Políticas especialista en comunicación política, quien brindó en la sala Niní Marshall una brillante conferencia organizada por la Universidad Nacional de Tierra del Fuego.
Presidente de la Asociación Latinoamericana especializada en la materia, director de la Maestría de Comunicación Política de la Universidad Austral y multi conferencista a nivel local, regional e internacional, Riorda pasó por FM Master’s y dejó una catarata de conceptos y apreciaciones sobre la actualidad y particularidades de la comunicación en su relación con la política.
“La política siempre tiene una dimensión comunicativa. Hablar de comunicación política no es algo separado de la política, sino la política expresada en público, cómo se deja ver la comunicación. Resuelve un dilema más filosófico que comunicativo, que es cómo quiero que me vean, definir mi identidad pública y los modos de aparición pública” definió conceptualmente Mario Riorda la materia que lo ocupa y que lo trajo a Ushuaia.
Tal concepto, llevado a los tiempos que corren, muchas veces redunda en un exceso comunicativo, actos banales en muchas circunstancias o monologar sin mucho sentido, sobre todo en redes sociales: “Hay que tener mucho cuidado, genera susceptibilidad, hay efecto cansancio, hastío” precavió. Además, eso implica un costo contante y sonante para la comunicación, “no solo inversión en medios, sino en hacerla, en la hechura, cuesta y cuesta tiempo que podría estar dedicado a otra cosa”. Más teniendo en cuenta que “una comunicación va a legitimar cada cosa que uno hace”.
“Equilibrio, autocontrol, prudencia, entender los contextos, los climas, el enojo de la gente”, enumeró Riorda las precauciones que un profesional de la comunicación debe tener como condicionantes para decidir una difusión.
“La comunicación política es puro contexto” esboza a continuación como uno de los pilares de las decisiones a tomar en la materia. Una de sus grandes críticas a los diseños de algunas comunicaciones constituye a lo que se produce “cuando se descuelgan o caminan de modo paralelo a los condicionantes del contexto. Cuando hay crisis, todo puede estallar. Entonces una comunicación descontextualizada produce una aceleración del descontento”.
Interesante fue la caracterización de un fenómeno al que denominó “mala praxis de comunicación de crisis”, cuando si se supone que la comunicación aporta certidumbre en un contexto exageradamente cargado de incertidumbre, lo que ocurres es que “muchas veces se hace una expansión de la dimensión crítica. La irresponsabilidad política está descontextualizada, es no entender el clima que se vive”.
Por eso en el apartado del contexto, consideró que contemplarlo puntillosamente es “condición necesaria para ejercer, pensar y actuar la comunicación política”.
La relación entre los políticos y los medios “es funcionalmente tensa, pero está cambiando” definió a continuación. Y así explicó el proceso d transformación que ya claramente palpitamos en nuestra época actual: “La prensa y los medios son sujeto y objeto. El periodismo empieza a tomar parte, ya no es tan imparcial, impoluto, inmaculado, sino que forma parte. Y al formar parte, alguien que consume periodismo porque está cerca de mis puntos de vista, coincide con mis creencias, piensa muy cercano, a mi sesgo cognitivo”. En tal sentido, entonces “se ha parcializado la idea de ese periodismo y de medios que penetran en cualquier ambiente”.
Riorda entiende que los medios actualmente siguen incidiendo y condicionando, pero ya no determinan en términos de campaña electoral. “Los medios no son colocadores de presidentes” ejemplificó. “Los medios juegan, intervienen, pero no determinan. En el marco del consumo, se los ve como un actor político parcializado, por lo tanto, la reputación de un periodista casi siempre tiene que ver con su cercanía política para tal o cual idea”.
En ese marco de argumentación, el axioma de que ningún político resiste media docena de tapas en su contra, de parte del medio más poderoso, para Mario Riorda pasó al olvido: “180 y pico de tapas en contra de Cristina Fernández de Kirchner y no solamente sobrevivió, sino que ganó la elección casi del modo más competitivo en la historia de la democracia del ‘83 a la fecha” en referencia al triunfo de la actual vicepresidenta en 2011 por una diferencia de 38 puntos con el segundo.
Otro concepto más que regaló el politólogo: “consumo azaroso asistemático de medios”. Al respecto aludió a costumbres cotidianas de prender por momentos una u otra estación de radio, ver un rato de televisión, el consiguiente zapping, entrar en las redes, veo un pequeño fragmento de un programa de televisión por Twitter. “Es bastante difícil medir la incidencia hoy, independientemente de que existan algoritmos o burbujas”.
Finamente, abordó el llamado “sesgo de confirmación”, el direccionamiento y búsqueda arbitraria de consumir lo que satisface mi creencia política, ideológica, mi esquema de valores y punto de vista. “Si estoy enojado, buscaré todo aquello que contribuya a mi enojo en contra del Gobierno y al revés. Y pasa lo mismo para deporte y religión”.
En definitiva, se relaciona con sustentar posturas dogmáticas, sentimentales, que no se racionalizan. “Sentirse informado tiene que ver con una especie de paz interior para que no sea disonante toda la información que me llegue” concluyó Mario Riorda.