El gobierno de Gustavo Melella en modo descontrol (Por Guillermo Worman)

En las últimas horas, uno de los puntales del gobierno de Gustavo Melella puso al desnudo cuál es la verdadera cultura de ejercicio del poder de su gobierno.

Salieron a la luz fiestas clandestinas donde todo es ostentación, viajes en helicópteros para tomar espumantes en la cima de las montañas, contratación de fotógrafos exclusivos, designaciones descontroladas de familiares y amigos dentro de los tres poderes del Estado, entrega de pasajes aéreos a modo de regalos de cortesía; todo esto acompañado de un grado de exhibicionismo pocas veces visto en la isla.

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Este cóctel de excesos, al estilo de los nefastos países bananeros, choca con la realidad social que explota en la Provincia. Mientras Río Grande sufre por la falta de empleo (no hay obras públicas provinciales) y Ushuaia ve con suma preocupación una segunda ola de turismo de muy baja intensidad, los funcionarios del gobierno viven encapsulados en su propia fiesta; como la de la película del genial Peter Sellers (1968), donde el elefante pronto apararecerá.

Un síntoma de este microclima al estilo ¨la fiesta inolvidable¨, en plena tragedia social, es la ampliación de la adicional vivienda al 20% del sueldo de sus funcionarios y el pago de este ítem a la gran mayoría de sus partidarios incondicionales.

Se sabe que muchos de ellos siguen viviendo en Río Grande y solo vienen una o dos veces por semana a la capital, pero cobran religiosamente como si estuvieran pagando una casa extra en donde vivir.

Descontrol

Bajo el paraguas de la emergencia sanitaria, desde el comienzo de la gestión en diciembre de 2019, las compras y contrataciones directas son una secuela de escándalos sin precedentes.

El gobierno puso de proveedores a sus militantes para que le vendan desde insumos médicos, productos de limpieza, regalería protocolar y toda otra operación que necesite justificar para pagar sobreprecios y digitar los nombres de quienes ganan cada una de las adjudicaciones publicadas.

Como el gasto corriente creció a niveles inimaginables en contratos y designaciones desmesuradas, la Provincia detuvo la obra pública por falta de fondos, y priorizó seguir sosteniendo su festejo privado. 

El resultado salta a la vista: El gobierno se gasta los fondos de los municipios para pagarse el espectáculo que quiere vivir. La única solución que encontraron es bicicletear los pagos de la coparticipación e ir saldando cuentas con los fondos que la Nación envían regularmente, pero que la provincia no redistribuye con periodicidad.

En medio del carnaval se dieron cuenta que los números no les cierran. Ni a nivel gestión de gobierno, mucho menos a nivel personal. La solución que encontraron fue frenar la presentación de las declaraciones juradas personales hasta tanto puedan emprolijar tamaño descontrol.

Living la vida loca

Si el menemismo fue ¨neoliberalismo disfrazado de peronismo¨, el melellismo es la farsa del ¨progresismo con Löffler¨.

Tres grandes políticas públicas dejan al desnudo el cinismo de presentar acciones de acompañamiento a los sectores que tienen mayores problemas para sobrellevar la crisis.

Melella amplió la Corte para saldar su pacto político con la familia Löffler y coronar a Ernesto en el podio de sultán judicial. Para cumplir con tamaño desafío aumentó el presupuesto de la Justicia en un 300% por encima del incremento que tuvo el Ministerio de Salud. Y así, saldó el compromiso de campaña que lo llevo al gobierno.

Después, propio del estilo de propaganda desfachatada, le puso ¨Progreso¨ a un programa destinado a sostener el empleo privado, que terminó contratando decenas de punteros de FORJA y del ala Norte del MOPOF para gestionar la entrega de créditos que prácticamente no otorgó.

Finalmente, el tercer golpe fue el tarifazo más neoliberal de la historia fueguina: en 15 meses aumentó la tarifa del agua en el 200%.

Nadie en todo el país hizo algo ni siquiera similar en plena crisis económica y social. Tamaña fue la reacción que tuvo que recalcular el error y poner en marcha una bonificación al sector hotelero y otra similar a los integrantes de la Cámara de Comercio. El descuento fue del 40% y por solo dos meses: es decir, les termina aumentando el 160% cuando hay locales que no llegan a pagar sus costos para seguir abiertos.

Estas medidas se dan, mientras parte de su gabinete político sonríe desde la cima de un cerro nevado, de cara al último confín del mundo, transmitiendo sus historias en vivo en las redes sociales, enfocando el ascenso del helicóptero que los lleva de paseo y brindando con anteojos espejados y con copas burbujeantes de champan.

Los devotos del menemismo deben estar mirando con envidia a la tropa de funcionarios provinciales que ríen y festejan, mientras un sector amplio de la sociedad fueguina sufre la desesperanza de sentir que, por un largo tiempo, su futuro no será mejor que su incierto presente.

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El lugar de tanto carnaval carioca y excesos de glamour, la sociedad necesita, más que nunca, una fuerte inversión social y el compromiso verdadero de quienes asumieron la responsabilidad de comportarse como servidores públicos que deben conducir la salida de una crisis sanitaria sin precedentes. 

*Por Guillermo Worman