A un PASO de las próximas elecciones (Por Guillermo Worman)

La posibilidad de poner en discusión en las próximas elecciones una nueva organización del poder en Tierra del Fuego alcanzó para mover todo el avispero político.

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Las PASO tienen un impacto político (y económico) que va mucho más allá de ser las elecciones primarias de las elecciones generales de noviembre. 

El domingo 11 de agosto de 2019, cuando el actual presidente Alberto Fernández obtuvo el 47,66% de los votos sobre los 32,09% del ex presidente Mauricio Macri, se produjo un cimbronazo descomunal para una votación en donde no se elegían autoridades. 

El apoyo a Fernández en desmedro de Macri disparo el precio del dólar de $46,15 a $57,30, un aumento del 24% que también repercutió en los valores de las acciones en la Bolsa. 

En las urnas, el electorado le quitó el respaldo que le había dado al ex presidente y se lo transfirió al actual Gobierno, que luego lo revalidó en las elecciones generales de finales de año, y asumió finalmente el poder en diciembre de 2019.

https://twitter.com/CamaraElectoral/status/1404440249699287041?s=20

Basta este ejemplo para entender todo lo que está en juego para quienes están al frente de gestiones ejecutivas en plena crisis social y sanitaria, como para quienes aspiran a sucederlos y transformarse en alternativa de poder real. 

Si bien no se plebiscitarán las gestiones de gobernadores e intendentes, en Tierra del Fuego quedará al descubierto el humor electoral de la sociedad ante el desempeño del gobernador Gustavo Melella, los intendentes Walter Vuoto y Martín Pérez, como también de las fuerzas políticas de la oposición formal. 

Cambiemos, por ejemplo, tiene un claro rol nacional que no se observa en el territorio de la provincia. A su vez, el Frente de Todos pondrá en juego la aceptación o no de la sociedad argentina en las elecciones de medio término, siempre teniendo en cuenta que los intendentes fueguinos no tienen responsabilidad directa sobre la situación sanitaria provincial. 

FORJA tendrá que demostrar si tiene capacidad de meterse en la discusión bipartidaria que se ha consolidado como un clásico electoral de los últimos años, y disputar alguna de las dos bancas de la Cámara de Diputados que tienen que renovarse. 

Es curiosa la situación fueguina: Solo hay dos sillas para las tres principales fuerzas políticas que juegan en la provincia. Lo mismo para los restantes partidos que aspiran a posicionarse de cara al 2023. 

Quien salga en tercer lugar, a diferencia que la elección parlamentaria de 2019, no tendrá nada que celebrar. 

Para el caso que resulte perdedor alguna de las coaliciones que gobiernan ejecutivos, tendrá que afrontar una crisis aguda y difícil de sobrellevar. 

Mucho más, si el resultado se repite en las elecciones donde se eligen a los próximos dos diputados fueguinos en noviembre próximo.