En una nueva y preocupante iniciativa que va en contra de la Ordenanza del Manejo Integrado Costero de la ciudad, en los últimos días se conoció que se busca autorizar la instalación de una nueva estación de servicios junto a las aguas del Canal Beagle, violentando lo establecido por las normas de desarrollo urbano vigentes en la ciudad.
Este plan, aprobado por unanimidad, es ahora solo una sombra, mientras las decisiones urbanísticas amenazan con convertir la valiosa costa fueguina en un foco de degradación ambiental. Se conoce en la ciudad que la historia de descuido y la continua violación de normas marcan un camino peligroso para el futuro sostenible en el fin del mundo.
La ciudad cuenta con una belleza natural única y su biodiversidad costera, se encuentra en una encrucijada crítica por estos momentos. A pesar de contar con un Plan de Manejo Integrado Costero, orientado a la conservación y el desarrollo sostenible, las autoridades locales parecen ignorar sus principios fundamentales. En este contexto, la reciente propuesta de autorizar una estación de servicios para la comercialización de combustibles junto al Canal Beagle se presenta como un reflejo inquietante de la inadecuada intervención humana, que ha exacerbado problemas de erosión y degradación ambiental en los últimos años, todo ello a expensas de un entorno natural que merece protección.
Por otro lado, la estación de servicios del Automóvil Club Argentino (ACA) ha permanecido cerrada durante años debido a fugas de hidrocarburos que amenazan las napas freáticas. A pesar de esta experiencia negativa, se plantea nuevamente un proyecto similar. La propuesta, gestionada por ZAPCO y la Cooperativa Renacer, que se construiría a tan solo 500 metros de otra estación de similares características frente a la Ushuaia termoeléctrica, recibió el respaldo del Consejo de Planeamiento Urbano, lo que desata un conflicto evidente entre la construcción de infraestructura y la necesidad de proteger la costa según las normas que aún siguen vigentes en la ciudad. Por esto mismo, se pretende en el Concejo Deliberante violar el conjunto de medidas que prohiben este tipo de actividades por medio de otra excepción.
Además, debemos tener en cuenta que la instalación descontrolada y sin planificación de múltiples empresas, depósitos de contenedores y comercios, han generado una pérdida significativa del valor paisajístico en la costa frente al Canal Beagle. Estas decisiones en las últimas decadas han impactado fuertemente en el patrimonio físico, paisajístico y ambiental de la ciudad, al punto de que el acceso comunitario ha quedado prácticamente vedado.
Por lo tanto, la intención de impulsar iniciativas desarrollistas a expensas del ambiente, justificadas por la generación de ingresos y empleo de baja calificación, ignora las repercusiones urbanas y ambientales a mediano y largo plazo.
En este sentido, es evidente que las autoridades con jurisdicción en este tipo de decisiones (al menos deben intervenir autoridades municipales y provinciales), fomentan inversiones y desarrollos que acarrean costos elevados para la ciudad en términos de sustentabilidad. Asimismo, la instalación de emprendimientos incompatibles con la conservación ambiental resulta en un impacto irreversible en los ecosistemas costeros.
Es evidente que estamos en un momento crítico, donde las autorizaciones para proyectos se han concedido sin estudios ambientales rigurosos ni una planificación detallada, además de solo plantear un manejo ambiental que no se ajusta a la realidad del uso actual de las costas urbanas.
Ante este panorama, es crucial resaltar que el desarrollo, el turismo y las inversiones son ámbitos que no solo pueden coexistir, sino que deben ser complementarios. El éxito del turismo costero depende de la calidad ambiental, la cual debe ser explícitamente considerada en cualquier plan de desarrollo.
A pesar de contar con una normativa clara sobre desarrollo costero, nos enfrentamos a dos posibles futuros para la costa de Ushuaia. Uno, resultado de una falta de planificación urbana, conlleva a una costa casi totalmente urbanizada, deteriorada por problemas de contaminación, erosión y vulnerabilidad, y con escasas áreas de acceso comunitario, como veredas y parques. El otro escenario, más deseado, implica un equilibrio entre el desarrollo económico y la preservación de la calidad ambiental, asegurando la sustentabilidad de nuestra riqueza natural. Pero, sobre todo, un modelo que respete las normas y no que la exceptué de su cumplimiento.
Finalmente, la decisión sobre qué camino seguir para el futuro de Ushuaia debe tomarse con urgencia. Sin embargo, el tiempo corre en contra y da la sensación de que ya es demasiado tarde para aspirar a un desarrollo genuinamente integrado y sostenible.
La costa de Ushuaia merece ser protectora de su biodiversidad y patrimonio natural, un legado que se debe preservar para las generaciones presentes y futuras. La comunidad ya está advertida: es momento de dejar de tomar acciones irresponsables que comprometan irremediablemente nuestro entorno costero.
