“Queremos una universidad que influya en el territorio y promueva su crecimiento”, sostuvo Daniel Fernández

(Telam) Daniel Fernández, el primer científico repatriado en convertirse en rector de una universidad nacional, propuso construir un modelo universitario capaz de “influir en el territorio y promover su crecimiento”, basado en la “investigación multidisciplinaria” y en el “debate plural de ideas”, según explicó durante un reportaje con Télam.

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Fernández asumió el 26 de mayo como nuevo rector de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego (Untdf) luego de haber sido uno de los 1300 investigadores repatriados por el Programa Red de Argentinos Investigadores y Científicos en el Exterior (Raíces) implementado durante la gestión del ex presidente Néstor Kirchner.


Obligado a emigrar en 2000, debido a la crisis económica que azotaba al país y repercutía en el sistema científico, este licenciado y doctor en Ciencias Biológicas pasó dos años en Escocia y dos en Estados Unidos, antes de regresar al Centro Austral de Investigaciones Científicas (Cadic) dependiente del Conicet, donde se convirtió en investigador principal.


Especializado en la biología marina, los recursos naturales renovables, la producción animal y la pesca, Fernández montó un laboratorio de biología molecular en el Cadic y centró su trabajo en el estudio de la ecología y fisiología de los peces subantárticos y antárticos, desde una perspectiva evolutiva.
En forma paralela, comenzó a gestar una carrera universitaria que pegó un salto desde la docencia a la conducción institucional a fines de 2015, cuando fue elegido director del Instituto de Ciencias Polares y Ambientales (ICPA) equivalente a una facultad.


Desde ese lugar y a partir de 2017 construyó el espacio “Hacer Plural” con el que terminó disputando el rectorado, sin abandonar la dirección de su grupo de investigadores.


Además de su condición de repatriado, el nuevo rol de Fernández plantea el desafío de profundizar el desarrollo de la ciencia en Tierra del Fuego y de armonizarla con la organización institucional y con la influencia de la Untdf en el desarrollo de la provincia.

Télam: ¿Estudió su carrera en Buenos Aires?
Daniel Fernández: Nací y viví mis primeros años en el barrio de Pompeya, en Capital Federal. De ahí me iba todos los días a estudiar a ciudad universitaria en colectivo. Era como una hora de viaje. Soy la primera generación de universitarios en mi familia. Mis padres terminaron la secundaria y mi hermana mayor terminó el secundario y estudió magisterio. Mi primer salto fue entrar al Colegio Nacional Buenos Aires. Me preparé para eso y entré. Ese fue un gran cambio. Pasar de una escuela de barrio a un establecimiento con mucha exigencia y nivel.


-¿Se recibió en la Universidad de Buenos Aires?
-Si, me recibí de licenciado en biología en diciembre de 1992, y ya tenía una beca que me permitía ir unos meses a otro lugar del mundo a trabajar. Era un intercambio de profesionales recién graduados. Así me fui a Holanda, durante cinco meses. Ese fue mi primer viaje en avión.
-¿Cómo surge su relación con Tierra del Fuego?
-Un tiempo después del regreso de ese viaje encontré el concurso para cubrir un puesto de biólogo en Ushuaia y me presenté. Quedé primero en una orden de mérito y me entrevistaron. Así fue como llegué a Tierra del Fuego, en agosto de 1994. Dependía de un investigador, Jorge Calvo, que tenía un proyecto de la universidad europea y necesitaba contratar a un biólogo. Después sí apliqué a una beca del Conicet para hacer el doctorado. Lo empecé en abril de 1995 y lo terminé en el 2000.


En plena crisis económica…
-Claro, la crisis de finales de los 90´fue terrible para la ciencia. Me acuerdo que nos juntábamos para decidir si veníamos tres veces por semana. No había plata para pagar los servicios del edificio y casi para nada. La entrada a la carrera de investigador estuvo cerrada por muchos años. Es decir que uno se doctoraba y no podía ejercer. Casi la única opción era probar suerte un tiempo fuera del país.


-¿Y qué hizo entonces?

-Me fui a Saint Andrews, en Escocia, un lugar con una universidad del 1400. Ahí me quedé desde 2000 a 2002. Ya estaba casado, y tenía una hija de un año. Vimos la crisis argentina del 2001 por televisión y supimos que todavía no podíamos volver. Contacté a distintos lugares en Estados Unidos y me aceptaron en la universidad de Western, en Connecticut, para una investigación sobre peces. Ahí también nació mi segundo hijo.


-¿Pensaba en volver al país?
-En 2003 me llamaron del Conicet para recordarme que tenía que volver, porque las becas post doctorales tenían ese requisito. Yo les contesté que con todo gusto, pero que necesitaba un trabajo. Todavía no existía el programa Raíces, pero me parece que se formó a partir de ese intercambio con numerosos científicos. Así me anoté en una beca de reinserción que incluía el pago de los pasajes de vuelta al país y gastos de mudanza hasta que se resolviera el reingreso al Conicet.


-¿Dónde volvió a trabajar?
-Pedí regresar a Ushuaia, el lugar que me gustaba. Siempre tuve la ilusión de volver. No tenía el interés ni el sueño de quedarme en otro lado. Creo que fui de los primeros. Seguro que el primero de Tierra del Fuego.


-¿Cómo comienza su vínculo con la universidad?
-En 1998 entré como ayudante ad honorem de lo que antes era la sede Ushuaia de la Universidad Nacional San Juan Bosco. Después fui ayudante de primera, me fui a Escocia, volví y concursé para ser profesor. Al poco tiempo empezó el proceso de creación de la Universidad de Tierra del Fuego y participé como una especie de asesor del rector normalizador. Con la organización institucional fui elegido director del Instituto de Ciencias Polares y Ambientales (ICPA) en diciembre de 2015 y 2 años después comenzamos a trabajar con la agrupación “Hacer Plural” con la que terminé postulándome para rector.


-¿Qué proyecto de universidad le gustaría poder concretar?
-Me imagino una universidad que sea capaz de influir en el territorio y que promueva su crecimiento en varios aspectos. Uno, y fundamental, en la investigación real de los problemas de la provincia. Para eso hay que tener experiencia y saber que una disciplina no resuelve ningún problema por sí misma. Yo soy biólogo y sé que solo no podría resolver el problema de la pesca, por ejemplo. Son cuestiones complejas para abordar de manera multidisciplinaria.


-¿Cómo piensa vincularse con el gobierno nacional o provincial, y también con los municipios fueguinos?
-La interacción con otras instituciones también es un factor clave. Adaptarse a otras lógicas, como la política, es un gran desafío. Claramente yo no soy un político. Vengo de otro lado. Pero eso no quiere decir que no me interese la política y no la reconozca como la herramienta para cambiar la realidad.


-¿La política no es inherente a una universidad?
-Puede ser. Yo pretendo una universidad política pero con un proyecto político. No que las ideas o pertenencias partidarias nos lleven hacer una cosa u otra, sino que nuestro proyecto de universidad pueda interactuar con esos proyectos partidarios, sean cuales sean. Obviamente a mí no me da lo mismo que sea presidente Alberto Fernández, Cristina Fernández o Mauricio Macri. Yo he militado el kirchnerismo. Pero la universidad debe ser un lugar de ideas diversas, de debate y discusiones. La universidad es un lugar para eso, no para hacer política partidaria.


-¿Qué le gustaría cambiar de la actual universidad?
-Me gustaría modificar el ambiente de trabajo. Venimos de un proceso electoral terrible. Acá nos cruzamos todos los días. No se puede llevar una disputa de política universitaria al extremo. En mi caso han entrado a la oficina donde trabajo y me la han empapelado. Tenemos que salir de esos lugares de confrontación extrema.


-¿Qué aportes puede realizar la universidad fueguina en temas como la cuestión Malvinas o la soberanía sobre la Antártida?
-Hay un proyecto en el que trabajamos en conjunto el Ministerio de Ciencia y Tecnología, la Cancillería, el Conicet (a través del Cadic de Ushuaia) el Instituto Antártico Argentino y la universidad. La idea es crear un centro interinstitucional para trabajar los temas de soberanía en el Atlántico Sur y Antártida. Hace un año que la iniciativa está tomando forma. Sería una manera de tratar temas vinculados a las Islas Malvinas, a los recursos pesqueros, es decir, a todos los temas de la región que puedan tener un interés estratégico.


-¿Se imaginaba estando fuera del país que podría llegar a un cargo como este?
-La verdad es que nunca pensé que iba a ser director de un instituto universitario y menos aún rector de la universidad. Las cosas a veces suceden. Yo salí de una escuela de Pompeya, con padres no universitarios pero que me apoyaron mucho. Y acá estoy, con grandes desafíos y responsabilidades nuevas, aunque también con un gran entusiasmo, y con ganas de construir una universidad plural.