“Hay un libro cuya finitud o infinitud desconocemos: el Universo en que vivimos”. (1975) (1) Jorge Luis Borges
Ushuaia se caracteriza por sus excelentes escritores de ayer y de hoy como, el magnífico literato Ignacio Vicente Jordá, fallecido en 2011.
La mayor e inteligente difusión de sus trabajos, contribuirá al conocimiento del acervo local que enorgullece a la población y, por caso, a la promoción de la lectura, en cualquiera de sus posibles formatos.
UNO DE SUS LIBROS
“El viejo de los pájaros” de la Serie “Nueva Narrativa Fueguina” (1985) está integrada por cinco magníficas ficciones: “Irina”, “Fatto a Venezia”, “Allegro con brío y adagio”, “El viejo de los pájaros” y “El cuadrado de la hipotenusa”.
Está dedicado a “las sílfides, ondinas, gnómidas y salamandras que habitan los elementos de Tierra del Fuego”.
Los relatos son atrapantes y deseando llegar prontamente a sus respectivos finales que siempre sorprenden.
Por la brevedad de cada uno pueden significar menos de quince minutos placenteros de lectura, por lo que son asequibles hasta para quienes suponen que carecen de tiempo para leer diariamente.
INDUDABLEMENTE
Ignacio Vicente Jordá fue un escritor ushuaiense con perspectiva universal que incluyó escenarios dispares como en bosques fueguinos, Buenos Aires y, por ejemplo, París.
También nos convoca a apreciar con la memoria a Ludwig van Beethoven y a Tomaso Albinoni ya que “cuenta la leyenda que a comienzos de la primavera, cuando se puede ya caminar libremente por el bosque, el viento, al colarse entre las lengas, ñires y coihues, produce sonidos que se parecen de a ratos al ‘allegro con brío’, y por momento recuerdan un ‘adagio’; y que retornando nuevamente al invierno, se forman en los vidrios, junto al encaje de hielo, delicados pentagramas de agua en la cabaña del bosque”. (2)
La fantasía está siempre presente por lo que, con empatía, quienes se adentren en sus páginas gozarán de espacios y personajes creíbles que podrían aparecer a la vuelta de cualquier esquina o en un sendero entre árboles que centenariamente crecen envueltos en el viento y aromas marinos.
ADEMÁS
Jordá publicó también “La gran tormenta y otros cuentos” (1994) y “Zukeika y otros relatos” (1986).
Tuvo una formación humanística integral y un don poco frecuente: también escuchar cuando conversaba.
Así mismo su casa familiar la empleaba como sus oficinas que se comunicaban mediante una puerta de vidrio.
Estaba poblada por cientos y cientos de libros atesorados como ávido lector: la colección casi completa de novelas policiales “Séptimo Círculo”, legados de muchos Premio Nobel de Literatura entremezclados con best sellers, ajados tratados clásicos de filosofía, volúmenes de historia, casi todos los autores locales, etcétera.
Cuando sus bibliotecas y estanterías rebasaban los muchos otros estaban apilados sobre todos los muebles que habían hecho por lo menos un lugarcito para acogerlos con interés, como en los peldaños de la escalera que tantas veces transité con temor a desparramarlos cuesta abajo.
Nunca con cita previa, durante bastante tiempo lo visité para conversar, aunque sea un rato; a veces nuestros debates erráticamente variaban de tema ya que eran diálogos compartidos por el mero interés de celebrarlos, como si hubieran sido recreaciones de la extraordinaria novela del húngaro Sándor Károly Henrik Grosschmid de Mára, (Sándor Márai) (1900-1989) “El último encuentro” (1942).
Jamás un comentario de nadie que no estuviera presente ni chismes, tampoco auto referencias; nunca jamás autoelogios de ningún tipo.
En los albores institucionales autónomos, en su carácter de Escribano General de Gobierno, por una Acta dio fe de la asunción como máximas autoridades del Poder Ejecutivo de la Provincia, de José Arturo Estabillo y Miguel Ángel Castro el 10 de enero de 1992. (3)
HACE UNOS DÍAS
Caminando sin apuro por el “Paseo de las Rosas”, pensando en Ignacio Jordá ya transcurrida una larga década de su viaje perpetuo, llegó un viento extraño pues fue suave, pero dejaba oír una especie de silbido como un chifle de un ancestral navío.
Levanté la vista hacia el mar y presentí la presencia de una mirada atenta y un poco adusta, mientras reparé que repentinamente habían surgido unas atractivas instalaciones artísticas que incluían QR con sus cuentos disponibles para leerlos asequiblemente, manteniendo así activa la memoria del acervo cultural intangible, empleando la muy contemporánea electrónica para algo más.
Después, la brisa cesó pues, quizá continuó su derrotero buscando, entre tantas, la calle “Escritor Ignacio Jordá” o un Colegio Secundario donde sus libros estén incluidos en la bibliografía recomendada…
NOTA
Alejandro Rojo Vivot actualmente escribe una columna mensual en el “Boletín Humor Sapiens”. Chile.
1) Borges, Jorge Luis. El libro de la arena. Penguin Random House Grupo Editorial. España. 6 de mayo de 2011.
2) Jordá, Ignacio. El viejo de los pájaros. Página 33. Ushuaia, Provincia de Tierra del Fuego, Argentina. Octubre de 1985.
3) Zamora, Luis Benito. Espiando la historia. Senado de la Nación. Página 484. Buenos Aires, Argentina. 199
