A sus 73 años, el aventurero ruso remará 9,000 millas desde Ushuaia, buscando completar una vuelta a la Antártida y continuar su legado de récords extremos.
El aventurero ruso Fedor Konyukhov, a sus 73 años, está llevando a cabo una de las hazañas más extremas de su carrera: una travesía en solitario para completar una vuelta a la Antártida. El 5 de diciembre partió desde Ushuaia, provincia de Tierra del Fuego, para remar 9,000 millas náuticas desde el Cabo de Hornos hasta Australia, un viaje que se estima durará más de 200 días. Esta aventura sigue a su histórica travesía en 2019, cuando cruzó el Pacífico Sur desde Nueva Zelanda hasta el Cabo de Hornos.
Konyukhov no es un desconocido para los desafíos extremos. Con más de 25 récords mundiales a su nombre, su historial como explorador es impresionante: escaló el Everest en dos ocasiones, fue el primer montañista ruso en completar el desafío de las Siete Cumbres, dio la vuelta al mundo en un globo aerostático y ha viajado tanto al Polo Norte como al Polo Sur.
Además, es pintor y fue ordenado sacerdote ortodoxo. A pesar de los años, su sed de aventura no disminuye, y ahora, a bordo de su barco AKROS, se enfrenta nuevamente a uno de los mares más inhóspitos y solitarios del planeta.
La travesía actual es un reto tanto físico como mental, y así lo destacó su hijo y asistente, Óscar Konyukhov, quien sigue la expedición desde Moscú. “La parte más difícil de soportar es la soledad”, comentó Óscar, refiriéndose a los más de seis meses que Fedor pasará completamente solo en un barco de 9 metros de largo, sin contacto con tierra en miles de millas a la redonda.
El bote, diseñado para garantizar la supervivencia en condiciones extremas, está equipado con sistemas avanzados de comunicación satelital, navegación y potabilización de agua. Además, la embarcación es autoadrizable, lo que significa que puede recuperar su verticalidad en caso de volcarse.
Para su alimentación, Konyukhov cuenta con comida liofilizada, como la que usan los alpinistas en el Himalaya, y una caña de pescar para capturar alimento fresco. “Hoy pesqué mi primer calamar después de 26 días”, relató en un mensaje enviado por su hijo, celebrando el logro tras días de mar turbio y sin pesca. El aislamiento es absoluto y las condiciones climáticas, extremadamente duras.
Aunque la embarcación cuenta con paneles solares, la falta de luz solar constante en la región ha sido un desafío, aunque los sistemas siguen funcionando correctamente gracias a la energía disponible.
Óscar ha señalado que, a pesar de las dificultades, Fedor sigue demostrando una gran capacidad de adaptación y resistencia. Ya ha superado algunos de los puntos geográficos más peligrosos de la ruta, como las islas Georgias del Sur y las Islas Malvinas.
A medida que avanza hacia el norte, el clima se va volviendo algo más cálido, lo que alivia un poco las duras condiciones del mar austral. Para enero, uno de sus objetivos es cruzar el meridiano cero, un punto significativo para la travesía.
Fedor ha sido descrito por su hijo como un hombre que no ve la edad como un impedimento para sus desafíos. En su juventud, el libro “Un ángel en cada hombro”, del marinero estadounidense William Willis, dejó una huella indeleble en él. Willis, quien cruzó el Océano Pacífico en balsa a los 70 años, inspiró a Fedor a seguir adelante con sus ambiciosas expediciones.
«La edad no es un obstáculo», se convirtió en una de las frases favoritas del explorador ruso, quien siempre ha mantenido la convicción de que los límites están más allá de lo que muchos creen posibles.
La primera parte de esta expedición se realizó entre diciembre de 2018 y mayo de 2019, cuando Konyukhov se convirtió en el primer hombre en realizar la travesía en solitario a través del Pacífico Sur. Sin embargo, esta nueva etapa, que comenzó en Ushuaia, representa uno de sus retos más largos y complejos.
Durante años, otros remeros habían intentado cruzar el Océano Antártico en botes de remos sin éxito. Konyukhov, en cambio, lo logró en su primer intento, un hecho que resalta su extraordinaria preparación y destreza.
“Las corrientes son clave para el avance”, destacó Óscar, quien se mantiene en contacto con su padre a través de dos comunicaciones diarias. Konyukhov sigue en solitario, avanzando a un ritmo promedio de dos nudos, pero con la posibilidad de alcanzar hasta cuatro nudos si las corrientes y vientos le favorecen. A medida que se acerca a la meta, la emoción de alcanzar un nuevo récord se mezcla con la soledad del océano.
Este viaje, que probablemente termine a fines de junio, representa para Fedor Konyukhov una oportunidad para seguir demostrando que la voluntad humana puede vencer incluso las circunstancias más extremas.
Mientras tanto, en tierra firme, su hijo sigue de cerca cada avance, esperando con ansias ver cómo su padre culmina esta nueva hazaña.