El director de la Escuela Agrotécnica Salesiana de Río Grande, precisó sus recientes palabras sobre el vínculo de la congregación con las comunidades originarias, luego de controversias generadas por sus comentarios.
Luego de los recientes actos de la congregación, el Padre Roberto Castello, director de la Escuela Agrotécnica Salesiana de Río Grande, se vio obligado a aclarar sus declaraciones sobre la relación histórica de los salesianos con los pueblos originarios de Tierra del Fuego. Tras las interpretaciones que él considera inexactas, Castello afirmó en FM Master’s que “hubo muchas interpretaciones equivocadas sobre mis palabras”, asegurando que sus comentarios no tenían la intención de justificar ni reconocer una implicación en el proceso de colonización y genocidio de las comunidades nativas.
El sacerdote explicó que, en el marco de la producción de un documental sobre esta temática, se recogieron distintos testimonios, entre ellos el de Margarita Maldonado, representante de la comunidad selk’nam de Río Grande. Castello destacó la relevancia de su testimonio, enfatizando que la intención fue dar “centralidad al pueblo selk’nam, porque nos parecía importante”.
En ese contexto, señaló que una de las preguntas hechas a Maldonado se enfocaba en qué deseaba la comunidad de los salesianos. Como respuesta, la mujer expresó que su madre recordaba la Misión como “su casa y su familia” y que, de no ser por los salesianos, “el pueblo selk’nam no hubiera sobrevivido”.
Castello también hizo referencia a un artículo publicado recientemente en un medio nacional, el cual abordaba el vínculo entre los salesianos y las fuerzas militares. Según el sacerdote, dicho texto reconocía que los salesianos, desde sus primeras misiones en la Patagonia, habían percibido que no se trataba de un proceso formativo, sino de “un verdadero genocidio”.
El religioso insistió en que los salesianos denunciaron esta situación tanto ante el Gobierno nacional de la época como ante la propia congregación, lo cual provocó que fueran marginados y, en algunos casos, torturados. Afirmó que una de las formas de tortura era forzarlos a presenciar los abusos cometidos contra los pueblos originarios, incluyendo no solo a los selk’nam, sino también a otras comunidades como los tehuelches, mapuches y ranqueles.
En sus palabras, subrayó que el pedido de perdón no implica un reconocimiento de responsabilidad en el genocidio de los pueblos originarios, sino una autocrítica sobre cómo la congregación ha abordado la historia. “El pedido de perdón tiene que ver con el hecho que sí reconocemos que después de estas expediciones originarias de los salesianos a Tierra del Fuego, se convirtieron en refugio de los miembros de la comunidad selk’nam que eran perseguidos, matados y hasta se intercambiaban orejas por dinero de parte de los estancieros”, señaló Castello. Sin embargo, destacó que no se escucha el mismo pedido de perdón por parte de aquellos que se apropiaron de las tierras o de los propios militares.
El director de la escuela también explicó que la congregación brindó refugio a los pueblos originarios en la Misión Salesiana de La Candelaria. El pedido de perdón, según Castello, apunta a una autocrítica sobre no haber sabido mantener la “osadía de esos primeros misioneros” y por haber respondido en algunos casos con una perspectiva de evangelización alineada a la época, algo que considera necesario contextualizar para no incurrir en juicios anacrónicos.
En esta línea, Castello subrayó las limitaciones culturales y educativas de la época, recordando que en Argentina estaba prohibido el uso de lenguas nativas en las instituciones y que se obligaba a hablar en español. “Hoy a nosotros nos obligan a que los chicos aprenden o desaprueben en secundario si saben o no saben inglés, que es la lengua de un usurpador”, añadió con perspicacia.
Insistió en que los salesianos, en su intento de dar oportunidades a los pueblos originarios, proporcionaron herramientas educativas para que pudieran enfrentarse a quienes habían tomado posesión de sus tierras. “Con todas estas cosas, nosotros quisimos dar el primer paso”, aseguró, destacando la intención de la congregación de colaborar con el desarrollo de los pueblos originarios. Según Castello, esta historia ha sido esencial para la supervivencia de comunidades como la selk’nam, en palabras de Maldonado.
Al final de sus declaraciones, el Padre Roberto Castello afirmó que su intención nunca fue expresar un pedido de perdón por una supuesta participación en el genocidio. “Yo no dije nunca que pedía perdón por haber participado del genocidio. No dije eso nunca, precisamente porque lo tengo clarísimo, y hablo de mi familia, mis hermanos y mis hermanas”, concluyó, reafirmando la postura de la congregación en cuanto a su rol histórico en la región.