Tierra del Fuego y la soberanía nacional en el contexto geopolítico y su relación con desarrollo en el fin del mundo.
El periodista Carlos Pagni en el diario La Nación volvió a cuestionar el subrégimen de promoción industrial de Tierra del Fuego, señalando que es una carga injusta en comparación con otros sectores vulnerables del país. «También podrían alegar razones de equidad: un Gobierno que no quiso alterar los numerosos privilegios de los importadores de electrónicos de Tierra del Fuego no tendría mucha justificación para depositar el costo de las restricciones sobre las espaldas de los jubilados», argumenta Pagni, aludiendo a los derechos adquiridos por los empresarios fueguinos. Sin embargo, este análisis ignora varios factores esenciales que hacen de este régimen una cuestión de soberanía y geopolítica crítica para Argentina.
Los periodistas que critican los beneficios otorgados a Tierra del Fuego frecuentemente omiten el contexto más amplio y trascendental que fundamenta estas políticas. Tierra del Fuego no es solo un punto en el mapa austral de Argentina; es una región de enorme importancia geopolítica y estratégica. Su ubicación cercana a las Islas Malvinas y la Antártida la convierte en un bastión esencial para proyectar la soberanía argentina en el Atlántico Sur.
La promoción industrial en Tierra del Fuego no busca solo fomentar la actividad económica en una región aislada y con condiciones adversas. Va mucho más allá, facilitando el desarrollo de una infraestructura que respalda el control y la presencia argentina en territorios desafiados históricamente. Es un soporte necesario para mantener y expandir la influencia en zonas de disputa como las Islas Malvinas, y asegurar derechos futuros en el continente antártico.
Por esto mismo, el régimen industrial fueguino no puede ser visto simplemente como “privilegios” de ciertos empresarios. Es, en esencia, una inversión estratégica que fomenta la integración nacional y refuerza la posición de Argentina en uno de los escenarios geopolíticos más delicados del mundo. Abandonar o minimizar esta política sería, en última instancia, ceder terreno en la proyección de nuestro país en el Atlántico Sur.
Los derechos adquiridos por los trabajadores y empresarios de Tierra del Fuego, muchas veces cuestionados, son en realidad herramientas para garantizar que esta región no solo sobreviva, sino que prospere y se convierta en la avanzada argentina hacia los territorios del sur. La producción y manufactura en la provincia más austral son parte de una red compleja que asegura la presencia argentina en una zona codiciada y disputada.
Es crucial que quienes objetan los beneficios de Tierra del Fuego comprendan la magnitud de su papel. No se trata solo de economía, sino de mantener una presencia firme y organizada en un territorio que es clave para la defensa de nuestra soberanía. En tiempos donde la presión geopolítica puede determinar el futuro de naciones enteras, Tierra del Fuego sirve como garantía de la proyección argentina en un escenario internacional de creciente complejidad.
Mientras algunos ven un conjunto de beneficios injustificados, es esencial recordar que estos beneficios son el cimiento de algo más grande: la defensa, la soberanía y el futuro de la Argentina en el sur. La reflexión de Pagni, aunque válida en su preocupación por la equidad, pierde de vista el valor estratégico que esta región y sus políticas representan para todos los argentinos.
Abandonar esta perspectiva sería no solo un error, sino una renuncia a nuestra capacidad de influencia en uno de los escenarios más decisivos del planeta por estos momentos. Sino, analicemos el porqué de las tensiones de China y los Estados Unidos sobre la isla de Tierra del Fuego.