La diputada de Unión por la Patria expresó fuertes críticas hacia el presidente de la Cámara, tras una sesión tumultuosa en la que prosperó el veto presidencial a la fórmula jubilatoria. Freites denunció que Menem está perdiendo apoyo debido a su conducta.
En el contexto de una sesión marcada por la controversia y el conflicto del miércoles pasado, Andrea Freites, diputada fueguina de Unión por la Patria, no escatimó en críticas hacia Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados. La diputada cuestionó severamente la forma en que Menem manejó las deliberaciones recientes, destacando que su actitud genera creciente resistencia entre los sectores opositores.
Las declaraciones de Freites en FM Master’s se produjeron tras una votación clave, en la que se discutió el veto presidencial a la fórmula jubilatoria. La oposición no logró los dos tercios necesarios para rechazarlo, permitiendo que se sostuviera la postura del oficialismo, apoyada por el bloque de La Libertad Avanza, al que pertenece Menem.
Freites no dudó en criticar abiertamente el desempeño de Menem al frente de la cámara, calificándolo de «totalmente violento» y advirtiendo que su comportamiento excede los límites de lo aceptable. «Se lo ve en los modos que tiene muchas veces con los diputados en las transmisiones», declaró la diputada, poniendo en cuestión la capacidad del presidente de la cámara para conducir los debates legislativos.
Para Freites, la falta de experiencia política de Menem se refleja en actitudes que considera inapropiadas y que, según su punto de vista, generan una atmósfera negativa en el recinto. «No puede una persona que no conoce de política, o que conoce las peores mañas, conducir la cámara», expresó enfáticamente.
La legisladora también apuntó contra el oficialismo, cuestionando el hecho de que Martín Menem ocupe la presidencia de la cámara gracias, en parte, a la «buena voluntad de Unión por la Patria». Según dijo, la responsabilidad de conducir el órgano legislativo suele recaer en un miembro de La Libertad Avanza, pero la alianza entre distintos bloques podría haber impedido que Menem accediera a ese cargo. «Lo más lógico era que uno de La Libertad Avanza dirigiera la cámara», afirmó, lamentando lo que consideró un error de cálculo político por parte de su propio espacio.
El ambiente en la Cámara de Diputados se torna cada vez más tenso, según relató la diputada, quien manifestó su frustración por la forma en que se desarrollan los debates. Freites señaló que en ocasiones anteriores ha decidido no tomar la palabra debido al caos que impera en las sesiones, donde «gritaba todo el mundo» y no se podía entender nada.
Este desorden, sumado a lo que describió como un trato irrespetuoso por parte del oficialismo hacia las diputadas, ha llevado a Freites a denunciar un ambiente de violencia y hostilidad. «Lamentablemente, creo que uno naturaliza estas cuestiones donde las mujeres somos trolas, somos gordas, somos ahora degeneradas fiscales, somos ratas», sostuvo, en referencia a los insultos que considera habituales en las sesiones y que, en su opinión, han sido normalizados.
Más allá de las agresiones verbales y los insultos que la diputada consideró «lo menos relevante», destacó el impacto de las políticas del gobierno y las decisiones que se toman en el Congreso, como los decretos de necesidad y urgencia (DNU) que continúan publicándose. A su juicio, estas cuestiones son las verdaderamente importantes, pero el clima de crispación y los conflictos internos desvían la atención hacia aspectos superficiales. «Esto genera este gobierno. Es el ruido que genera, entonces la gente está mirando eso, estamos hablando de esas cuestiones, y no de lo importante», reflexionó.
La sesión en cuestión fue un nuevo capítulo en la creciente tensión entre los distintos bloques que conforman la Cámara de Diputados, con Menem en el centro de las críticas. La resistencia hacia su figura viene en aumento, no solo desde la oposición, sino también dentro de los propios bloques que inicialmente respaldaron su designación.
Con estas declaraciones, Andrea Freites pone sobre la mesa una serie de cuestionamientos que no solo apuntan a la figura de Martín Menem, sino también al modo en que se están gestionando las relaciones de poder dentro de la Cámara de Diputados.