Una prestigiosa bióloga compartió definiciones, características y claves para el manejo correcto de las especies invasoras y exóticas, tanto en la flora como en la fauna, que en Tierra del Fuego las hay en abundancia.
Lucía Rodríguez Planes, reconocida bióloga y ecóloga de Ushuaia, abordó la temática de la presencia, tanto en el ámbito de la flora como el de la fauna, de especies exóticas invasoras, y la realidad actual de algunas de las más conocidas que tenemos en Tierra del Fuego.
La científica, por FM Master’s primeramente dividió lo que se entiende por especies exóticas invasoras, en dos sub conceptos, exóticas, por un lado, e invasoras, por el otro. “La parte exótica, habla de una especie que viene de otro lado, de una especie que proviene de otro lugar, no del lugar de donde uno está hablando. Esas especies son nativas en otro lugar. Son exóticas acá, pero nativas en otro lugar” catalogó al respecto.
Mientras que una especie invasora “se dice cuando está ampliando su rango de distribución, ampliando su abundancia, cuando está creciendo en cierto lugar. Ahí se vuelve invasora. Hay especies exóticas que no son invasoras, o no lo son por un tiempo, y quizás en alguna condición se vuelven invasoras, cuando antes no eran”.
Ejemplificó como exótica pero no invasora el caso del muy conocido y bello lupino, una planta con origen en Estados Unidos, implantada cuando se empezó a colonizar el país. “Prendieron en varios lugares, entre ellos, acá. Pero el lupino no es una especie que, hasta los últimos años por lo menos, se haya registrado como invasora. Uno no va por el campo encontrando lupinos que crezcan solos. Lo vemos que de los jardines de Ushuaia estén creciendo la ocupación hacia afuera”, refiriendo que se trata de una especie principalmente ornamental.
En general, las plantas ornamentales son exóticas, pero no necesariamente invasoras. De hecho, “uno hace un montón de esfuerzo para que las rosas estén bien, y las rosas no crecen solas. Ese es un ejemplo de una especie exótica que no es invasora”.
Ese status quo puede cambiar en tanto es dinámica la propia naturaleza. Entonces, “cuando van cambiando las condiciones, ahora somos testigos con el cambio climático donde van cambiando algunas condiciones, es mucho más lluvioso Ushuaia de lo que era antes, tiene temperaturas mínimas que son más altas, y eso puede hacer, por ejemplo, que el lupino, que no era invasor, empiece a aparecer con algunos focos no cultivados en otros lados”, según advirtió.
Las plantas “invaden” nuevos espacios con sus semillas y estructuras de dispersión. Por ejemplo, el diente de león muy popular en jardines y veredas, “las estructuras que tienen se llaman compuestas, salen volando, son los plumeritos que soplamos”. Justamente esa estructura ha sido perfeccionada por la evolución y es capaz de volar sola y muy lejos.
Pero, plantas, animales y hongos también pueden moverse ayudados por otras vías de movimiento. “Ahí es donde entra un poco qué rol tenemos nosotros en la propagación de estas especies exóticas que pueden resultar invasoras” señaló Rodríguez Planes. Esos movimientos pueden ser involuntarios o voluntarios: “los sin querer, el agua de lastre de los barcos, que pueden llevar organismos de un lado a otro, si nos es cuidadoso el manejo se transporta un montón de organismos. En el equipaje, por ejemplo, semillas, en la suela de los zapatos, uno puede mover sin querer organismos de un lugar a otro”.
Los voluntarios hacen referencia a cuando se instalan producciones de un organismo fuera del lugar de origen, o cuando se llevan plantas para ornamentación de un lado a otro, “e incluso hasta con bombas de semillas o un montón de estas iniciativas, quizás bien intencionadas, de repente se regalan semillitas para que uno siembre algo en su casa, y pueden ser de especies no nativas”.
En cuanto a las medidas a tomar frente a la presencia de especies exóticas, la bióloga planteó que hay dos escuelas, dos corrientes de pensamiento al respecto: “Hay gente que va a estar de acuerdo con que la exótica invasora en sí misma es un problema y hay que combatirla sea como sea. Erradicarla, eliminarla. Pero hay gente que va a decir no, la especie en sí misma no tiene la culpa de que se la haya llevado a otro lado, no es responsabilidad de ese organismo estar en otro lado, entonces si llegó ahí, hay que protegerla, y no hay que hacer nada al respecto”.
Como en muchos aspectos, hay situaciones intermedias, como “evaluar cuáles los problemas que trae cada especie exótica invasora, y empezar a movernos en el medio, qué problema trae, cómo se minimiza, cuál es la relación costo-beneficio entre combatir, hacer algo contra la exótica, o no hacerlo. Hay una batería de situaciones intermedias sobre cómo lidiar con las exóticas” conceptualizó.
“Cada exótica es diferente. Entonces, no necesariamente hay una perspectiva única para todas las especies”, admitió. La idea correcta sería hacer un análisis de la situación, de los riesgos, costos, y planificar qué se va a hacer. “Esa sería como la idea que uno desearía que sea rectora, frente a la situación de especies exóticas invasoras” concluyó al respecto.
Sobre el final, Lucía Rodríguez Planes mencionó un caso muy emblemático en el reino animal, el castor. Al respecto enfatizó que “es súper visible el costo que tiene ambientalmente y en otros aspectos, el daño se ve a simple vista con espacios enormes de bosque que quedan reducidos a agua encharcada”. Definió “una pérdida inmensa de la masa forestal”, así como muchos problemas subsidiarios, sobre todo en zonas más urbanas y con respecto al manejo de los recursos hídricos, donde el impacto está a simple vista.